Intentar cambiar el comportamiento de otra persona hace parte del ser humano. Insistimos en querer ver al otro actuando de la forma que nos gustaría, pero, generalmente, los intentos se frustran.
¿Cuántas veces usted no se encontró queriendo cambiar a su marido, hijo o amigas? Pero, sin ver resultados, esperó hasta que se cansó.
Las personas están a la defensiva cuando son forzadas a cambiar de comportamiento y, en vez de resultados, usted consigue solo que se alejen.
Cuando las características de la persona son inherentes a su personalidad, lo mejor que se puede hacer es aprender a convivir con ellas y aceptar sus puntos de vista. Pero, cuando la persona solo le trae problemas y le causa heridas, es importante reflexionar si no vale la pena dejar de intentar cambiarla, y distanciarse de ella.
Antes de desear el cambio de alguien, analice si usted no está teniendo “malos ojos” con el otro. “Cuando realzamos los defectos del otro, tenemos la tendencia de intentar querer cambiarlo, pues consideramos que él tiene menos para ofrecernos”, apunta la terapeuta y coach Marcella Soares Gomes. En este caso, es importante destacar sus cualidades y ver en qué momentos usted se molesta con ese comportamiento. “Si usted tuviera conciencia de que las actitudes del otro son una estrategia natural para poder suplir una necesidad, usted lo verá de otra forma”, destaca la coach.
Si usted nota que su felicidad depende del cambio de la otra persona, posiblemente debe estar buscándola en el lugar equivocado, pues ella debe venir de sus propias acciones.
Muchas mujeres le exigen a las personas un comportamiento diferente, pero no las tratan como les gustaría que las traten. La escritora y conferencista Nanda Bezerra, en su blog, dice que siempre tenemos manía de que el otro tiene que cambiar primero. “Si usted ha esperado que la otra persona cambie, entonces puede esperar sentadita en un banquito cómodo para que no canse.” Ella sugiere que la iniciativa de cambio debe partir de uno mismo. ”
“Si la persona no da el primer paso, entonces yo lo doy. Si no pide disculpas, yo las pido. Si no se acerca, yo me acerco. Si no habla, yo hablo. ¿No es más lógico que estar esperando que las otras personas hagan aquello que podemos hacer?”
Si usted comienza a darle ejemplos a su prójimo por medio de sus actitudes, la persona seguramente los reconocerá, se sentirá cuidada y naturalmente comenzará a reaccionar de la misma manera. Por lo tanto, es necesario que entienda que el cambio que usted quiere en las personas a su alrededor, puede estar en usted misma y depende de cómo usted las vea. Busque siempre en usted aquello que desea cambiar en el otro y ejercite la percepción que tiene de las personas. Seguramente, la convivencia será mejor y más armoniosa.
El cambio está en usted
-Cultive virtudes que le sirvan de ejemplo a las personas. Ellas van a reconocer las cualidades y podrán copiarlas.
-Antes de apuntar cualquier cambio en el otro, mire si usted no es igual. ¿ Cómo le va a exigir al otro algo que usted no tiene?
-Cuando alguien expone una opinión, respétela. Presente la suya de manera sutil, sin imponer su punto de vista .
-Reconozca sus fallas. Para combatir algo de afuera, es necesario reparar el propio error.
-No sea orgullosa. Esté siempre dispuesta y esfuércese para cambiar, principalmente cuando alguien también le señala un cambio.
– Si para usted es difícil cambiar, comparta eso con Dios. Ore y pídale para que usted logre su propio cambio, para que sus actitudes puedan agradarlo.
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