Cuando la sangre que llega al cerebro no es suficiente, porque una arteria se tapa o bien se rompe, se produce un derrame cerebral. Son isquémicos cuando una arteria en cerebro se tapa de forma súbita, dejando a una porción del cerebro sin irrigación. Cuando, en cambio, se rompe la arteria, se trata de un ataque hemorrágico.
Síntomas:
– Debilidad, adormecimiento en un brazo, pierna o la mitad de la cara
– Confusión o dificultad para hablar o entender
– Problemas para ver con uno o ambos ojos
– Pérdida del equilibrio
o coordinación
– Dolor de cabeza muy intenso
Factores de riesgo:
– Sobrepeso
– Obesidad
– Tabaquismo
– Hipertensión arterial
– Colesterol elevado
– Sedentarismo
– Consumo excesivo de alcohol
– Diabetes
– Consumo elevado de sal
– Arritmia o fibrilación auricular
Si usted nota que tiene algunos de estos factores de riesgo, no tenga temor de consultar al médico para que le realice análisis y le ayude a estar saludable para prevenir un ACV.
Tuvo una recuperación asombrosa
Gloria tenía una vida normal, vivía ocupada, trabajando y manteniendo una buena relación con Dios, sin embargo, guardaba cosas en su interior, no le decía nada a nadie y aumentaba la presión sobre sí misma. Un día a las 5 de la mañana se levantó para mojarse la cabeza, porque no se sentía bien y se descompensó. Se desmayó y cuando cayó se golpeó la cabeza, pero no perdió el conocimiento. Sin saberlo, estaba siendo víctima de un ACV.
“Yo estaba sola en la cocina y no podía hablar, golpeaba la mesada para que alguien venga. Cuando mi hija se levantó y me vio, tenía medio cuerpo paralizado. Fue un susto terrible. No podía decir nada aunque estaba consciente. Pensaba que me moría, solo le pedía ayuda a Dios”, cuenta.
Llamaron a emergencias y la llevaron inmediatamente al hospital adonde la internaron. Le practicaron distintos estudios, se recuperó bien, no le quedaron secuelas y luego de 72 horas de observación le dieron el alta. A los dos días tuvo una recaída mucho más fuerte. Se iba de costado, hablaba pausado y se descompensó. Tuvo que ser internada, nuevamente le hicieron estudios porque esta vez no tenía fuerzas para nada. Prácticamente no podía hablar y además le suministraban mucha medicación. Así transcurrieron 15 días de internación hasta que le dieron de alta, pero no podía hacer fuerza y le costaba mantenerse en pie.
“No tenía fuerzas, ni voluntad, tenían que acompañarme al baño. Fue una experiencia amarga, yo ayudaba a las personas y ahora me tenían que ayudar para todo”, recuerda. Pero ella empezó a buscar más a Dios. “Hay que estar bien por dentro para pasar ese momento”, asegura. Comenzó la rehabilitación, estaba indignada y decidió luchar para salir adelante. De tener que sostenerse de la pared pasó a caminar. Superó el miedo de pensar que podría volver a repetirse la situación cuando estuviere sola, y empezó a manejarse de manera independiente. Hoy tiene una vida normal, gracias a la ayuda de Dios se encuentra recuperada totalmente.
Martes a las 8, 10, 16 y principalmente a las 20hs en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a su casa.
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