¿Alguna vez ha estado en un valle de huesos secos? ¿No? Entonces, imagínese caminando en uno ahora mismo. Usted camina con cuidado, tratando de esquivar cada cráneo, costilla o vértebra. El lugar es sombrío y sin vida. Quiere irse. La sensación que tiene es de un malestar total.
Hubo un momento en que la condición espiritual del pueblo de Israel fue como este valle: hueca, vacía y sin ninguna esperanza. Las personas se habían alejado de Dios, abandonado la fe y seguido el camino de la desobediencia, volviéndose débiles y enfermas espiritualmente. Fue en esta ocasión que Dios llamó al profeta Ezequiel y lo llevó a contemplar ese valle.
“La mano del SEÑOR vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu del SEÑOR, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.” (Ezequiel 37:1-2)
Observe que el profeta detalla que los huesos ya estaban muy secos, es decir, que la condición era deplorable. Sin embargo, Dios lo sorprendió con una pregunta: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Dios, Tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd Palabra del SEÑOR. Así ha dicho el SEÑOR a estos huesos: He aquí, Yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que Yo soy el SEÑOR.” (Ezequiel 37:3-6)
Ezequiel no lo pensó dos veces y profetizó a los huesos, como le había sido ordenado por Dios. “Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.” (Ezequiel 37:7-8)
Cuerpos sin espíritu
Pero, a pesar de que fueron restaurados, les faltaba lo principal: el espíritu. “Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho el SEÑOR: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.” (Ezequiel 37:9-10)
¿Logra imaginarse caminando en ese valle así como Ezequiel? ¿Puede oír el ruido estruendoso de la restauración de los huesos regresando exactamente al cuerpo al que pertenecían? El escenario aparentemente aterrador fue la comparación que Dios utilizó para mostrar que el pueblo de Israel también podría ser restablecido, aunque no hubiera más esperanza.
¿Y usted, aún tiene espíritu?
¿Cuántas personas, al mirar la vida que llevaban antes, ven esos huesos secos? Eran vacías, amargadas y decían no tener vida, sin embargo, cuando conocieron al Señor Jesús, abandonaron espiritualmente el valle de huesos secos y fueron restauradas. Ellas obtuvieron el Aliento de Vida y recibieron un espíritu nuevo.
Pero, con las luchas del día a día no son todos los que permanecen con confianza. Otros se acomodan con el cambio ya alcanzado y no tienen el mismo ánimo para nuevas conquistas. Como resultado, se desalientan y son vencidos por el tiempo. Incluso habiendo tenido una vez, la vida restaurada por Dios, sin que se den cuenta, vuelven a ser “huesos secos” espiritualmente.
Y usted, ¿ha progresado en su jornada de fe o se ha acomodado? ¿Continúa teniendo espíritu o regresó al valle de huesos secos?
Si se siente débil espiritualmente y necesita ayuda, acérquese a una Universal más cercana a usted, para ver las direcciones haga clic aquí.
[related_posts limit=”17″]