La alumna Heloísa necesita mucho la ayuda de los profesores del programa la Escuela del Amor Responde. Ella es joven y tiene una buena condición financiera, pero no logra ser feliz en la vida sentimental. Ella siempre se dedica en la relación, pero no recibe de vuelta el mismo amor. ¿En qué punto ella se está equivocando y cómo puede cambiar esta situación? Vea el consejo dado por Renato y Cristiane Cardoso.
Heloísa – Tengo 24 años, me considero linda, tengo un buen trabajo, estudié en la facultad, pero aún no logre ser feliz en la vida sentimental. Al principio de la última relación, él parecía un buen muchacho, prometió que nos casaríamos en seis meses y fuimos a vivir juntos. Estuvimos más de un año juntos y nada de matrimonio. Él siempre tenía una excusa y la relación, en vez de ir hacia adelante, dejó de funcionar. Él comenzó a ser grosero y celoso, casi siempre peleábamos por motivos tontos y yo nunca era lo suficientemente buena. Hasta que un día él fue grosero con mi madre, cuando ella nos quiso dar un consejo, y decidí terminar con él. Estoy reconstruyendo mi vida y volví a la iglesia, pero siempre me dedico, me entrego, hago mi mejor y al final no recibo a cambio el cariño y la dedicación que doy.
Cristiane – Muchas mujeres se entregan demasiado porque piensan que así el hombre va a amarla tanto que se va a casar con ella. ¿Y qué sucede? Él no se casa, porque la mujer ya se entregó. La parte de “dar su mejor” debe ser hecha después del matrimonio. Usted tiene que dar todo ese cariño, esa dedicación y entregarse después de casarse.
Renato – Es la analogía de la vaquita. Si alguien quiere beber leche y lo consigue gratuitamente, ¿para qué tendrá el trabajo y las complicaciones de cuidar y criar a una vaca? La única razón para que el hacendero quiera tener una tierra, espere que el pasto crezca y cuide a la vaca es porque quiere la leche. Es así que muchos hombres encaran la situación de la mujer que se entrega de cuerpo, alma y espíritu sin que haya compromiso de la parte de ellos.
Cristiane – La mujer piensa que cuando el hombre vea lo bueno que es estar de novio con ella, va a querer casarse.
Renato – O la mujer piensa que, por estar de novia con ese hombre, otra no va a tomar su lugar. Y es de esa forma que él tiene la leche que quiere. Cuando yo digo leche, me estoy refiriendo al acto sexual. Usted, Heloísa, está disponible para él, para darle sexo, la comida caliente, la ropa limpia, la casa ordenada, todo derecho. Y ¿qué necesita hacer él? ¡Nada! Y en eso se pasó un año, usted comenzó a cobrarle compromiso y él huyó.
Cristiane – Y, además de eso, por el hecho de no haber necesitado mucho para conquistarla, porque todo fue fácil, comienzan las discusiones, pues él no le da ningún valor a la relación. Usted se ve cómo se comporta como esposa, pero él no hace el papel de marido, no la cuida, porque no se ve como su marido.
Renato – Heloísa, todo lo que es fácil no se valora. Y eso es válido no solo para la mujer, sino también para el hombre. Porque cuando el hombre es pegajoso la mujer se cansa, lo desprecia y pisa. Es necesario tener amor propio, seguir los trámites naturales de una conquista sentimental. Antiguamente, para ver a la novia, el hombre tenía que ir a la casa de ella, pedirle permiso al padre y hacer un gran esfuerzo para robarle un beso. Hoy si él no intenta llevarla a la cama, ella se tira a la cama primero que él. Es triste la realidad de muchas jóvenes. Heloísa, no sé cuánto de lo que estamos diciendo se aplica a usted, pero por lo que leemos en su e-mail se aplica bastante. A los 24 años usted aprendió a ser independiente profesionalmente, a trabajar por lo que quiere. Y yo pregunto: ¿fue fácil? No, no lo fue. Usted tuvo que sacrificarse para llegar allí y por eso usted le da valor. Usted tiene que darse valor para que un hombre pueda valorarla. Comience a hacer eso, no facilite, no abra la puerta tan fácilmente. Así, usted comenzará a atraer a un hombre serio que se quiera casar con usted. Y eso no será difícil para usted, pues es joven, tiene buena apariencia, buen trabajo, tienen muchos atributos, pero está faltando lo principal: el valor propio.
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