¿Quién no recuerda haber jugado al “policía y ladrón” cuando era niño con amigos del colegio o amigos cercanos al barrio donde vivía? Usted corría, gastaba energía y, al día siguiente, jugaba nuevamente.
En Chicago, en Estados Unidos, el juego terminó en tragedia. El mes pasado, un niño de 6 años tomó el arma de su padre y le tiró por accidente al hermano menor, de 3 años, mientras jugaban. El niño murió en el acto.
Los niños estaban con su abuelo, Israel LaSalle. El anciano vive en el piso de arriba de la casa de la familia y contó que le pidió al nieto mayor que agarre algo en la cocina cuando oyó el estampido del tiro. El arma del padre de los niños, Michael Santiago, de 25 años, estaba envuelta en un pijama, en la parte superior de la heladera de la casa. Él fue detenido y responderá al proceso por haber dejado el arma cargada y en un lugar accesible. Israel dijo que no culpa a Michael por lo que sucedió, sino que no entiende cómo él fue tan descuidado.
El tema es más serio de lo que se imagina. Sin olvidar la tragedia que destruye a la familia Santiago, no se puede dejar de analizar el hecho de que, en Estados Unidos, tener un arma es permitido por ley. Los norteamericanos consideran que todo ciudadano tiene derecho a defenderse. Por eso, es posible adquirirlas fácilmente en armerías.
Tragedias repetidas
Esta no es la primera tragedia que involucra armas en aquel país. El presidente Barack Obama admitió a la BBC, en junio pasado, que el fracaso en la aprobación de una legislación de control de armas es su mayor frustración en sus dos mandatos. “Para nosotros, que no hemos resuelto ese tema es algo angustiante”, dice Obama, que viene intentando restringir el uso de armas en el país.
En lugar de más armas, es necesario promover acciones para frenar los crímenes contra el ciudadano. Hay tener en cuenta que el fácil acceso a las armas aumenta la posibilidad de que otras tragedias, como la ocurrida en Chicago, sucedan.
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