Los problemas de Silvia Gallardo comenzaron cuando tenía 6 años “A los 7 años un amigo de mi papá intentó abusar de mí, cuando mi papá se enteró quiso matarlo. Me empecé a vestir con ropa holgada, quería que los hombres no me vieran, me daba vergüenza.
Mi papá era alcohólico y golpeador, llegaba de madrugada y nos despertaba para golpearnos. Yo lo odiaba, porque a veces no podía ni caminar de lo mal me dejaba. El día que me pegó con un rebenque, le deseé la muerte y al otro día lo mataron delante de mí. Fui la única testigo, ese día empezó a discutir con un primo y mi papá le dijo ‘Si me vas a matar, matame’ y allí mismo lo mató de tres balazos. Yo tenía 13 años y me sentí culpable por años.
Salí a trabajar a esa edad desde la mañana a la noche, un día mi mamá nos abandonó, recuerdo que tenía a cargo a mis hermanitos de 6 y 8 años y tuvimos que irnos a vivir a una casilla, odiaba a mi mamá. Empecé a tomar alcohol a los 13 años, tiempo después conocí a mi primer novio y quedé embarazada a los 15 años, él estaba casado y me pidió que abortara, pero no lo hice.
Me volví adicta a los juegos, lo poco que ganaba, lo perdía. A los 18 años me casé con un hombre de 62 años por interés y me dí cuenta de que él estaba abusando de mi hija, ahí mi mundo se vino abajo, ella estaba pasando por lo mismo que yo había pasado. Odiaba a todos y no lograba amar a mis hijos.
Conocí a otro hombre que servía a los espíritus y en dos días me fui a vivir con él, quedé embarazada nuevamente. Estaba en la miseria y con mi mamá a mi cargo, vivía de lo que me daban. Mi pareja me dejó con un bebé de 3 meses, así que fui a buscar ayuda a la casa de los espíritus y todo fue empeorando aún más. Mis hijos se enfermaban constantemente y yo quería matarme, un día agarré una soga para ahorcarme en el baño pero me arrepentí porque pensé en ellos. El día que marcó mi vida fue cuando quise matar a mis hijos con un cuchillo, estuve días imaginándome todo.
Llegué a la iglesia, sin embargo, no me daba cuenta de lo mal que estaba. Era orgullosa, pero todo cambió cuando entendí que el secreto es la obediencia a la Palabra de Dios. Tuve un encuentro con Él, me liberé, dejé el juego, perdoné y hoy tengo la madre que siempre había querido. Comía de la basura y hoy tengo lo que quiero. Superé el abuso y me casé con un hombre Dios que me respeta y me ama”.
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