Al llegar a la Explanada del Templo de Salomón usted verá una nueva bandera izada. El estandarte azul, negro y blanco de Estonia, el país de Europa Oriental, simboliza un lugar más alcanzado por la Universal en el mundo.
Hace aproximadamente seis meses, la capital del país, Tallin, cuenta con el Centro de Ayuda (CdA), dirigido por el pastor Ailton Soares. Los resultados ya son visibles. En el evento “Corazón de Oro”, por ejemplo, 210 personas estuvieron presentes y muchos fueron curados. Además de eso, 17 personas recibieron una nueva vida con el bautismo en las aguas, realizado por la primera vez en Estonia, en agosto. Este mes, se bautizaron ocho personas más.
El trabajo de la Universal en el suelo estonio tiene un significado muy importante. “Por ser un país que, en gran parte de su historia, fue dominado por otras naciones, muchos habitantes de Estonia perdieron la cosa más preciosa que el ser humano podía tener: la fe. Por ese motivo, es considerado el país más ateísta de Europa y uno de los más ateístas del mundo”, explica el pastor Ailton. “Ver que la decisión de esas personas, que asumieron públicamente la fe en Jesús, las volvió alegres y llenas de esperanza es algo sublime, glorioso, divino”, dice.
El instituto de investigaciones Gallup confirma la afirmación del pastor: Estonia es realmente el país europeo con menos personas que creen en Dios o en la Vida Eterna.
La Universal llegó para rescatar en los estonios la esperanza que ellos perdieron a lo largo de las generaciones endurecidas por las dificultades.
País pequeño
Estonia puede ser mayor que los otros países de Europa, como Suiza y Dinamarca, pero aún así, es pequeño. El área de aproximadamente 45 mil km² equivale a la del Estado brasileño de Espíritu Santo. Su población también es muy pequeña aproximadamente 1.400.000 de habitantes.
En Tallin, su linda capital, que mezcla la arquitectura antigua y moderna, viven aproximadamente un tercio de los estonios. Llueve bastante y el invierno es riguroso, así como en algunos países vecinos, como Suecia y Finlandia.
Antes perteneciente a Rusia, Estonia se declaró independiente en 1981, pero fue ocupada por la Unión Soviética en 1940. Forzados a formar parte de un país indeseado, los estonios lucharon en muchas ocasiones hasta convertirse nuevamente en independientes, en 1991.
El país se convirtió en integrante de la Unión Europea en 2004 y hoy lucha con éxito para preservar su idioma (el estonio) y sus costumbres propias, no respetadas por los antiguos opresores.
La bandera estonia, ahora izada en el Templo de Salomón, tiene un significado interesante. A pesar de representar un país prácticamente ateo, la faja azul simboliza la fe, los abundantes lagos y cielos. El negro remite al pasado de sufrimiento de un pueblo maltratado por sumisión a los otros países a los largo de su historia. El blanco es el símbolo de la felicidad y de las virtudes de una nación que a pesar de todo, no se entregó. El mismo recuerda también la tan presente nieve en las épocas frías, que resalta una naturaleza igualmente exuberante en la demás estaciones del año.
Con la llegada de la Universal, los estonios se ven delante de una nueva revolución. Esta vez, sin embargo, la lucha es contra todo aquello que los alejó de Dios después de siglos de humillación y tristezas.
El primer paso ya se dio. Una prueba de eso es la sonrisa en el rostro de los primeros bautizados en las aguas, como bien describió el pastor Ailton.
Experiencias Inolvidables
Madrugada en los portones del Templo
“Enfermedades, nerviosismo, depresión, insomnio y problemas familiares. Sentía odio y un inmenso vacío dentro de mí.” Esa era la vida de la chilena Adela Aedo desde la infancia. En la etapa adulta, sus padres comenzaron a frecuentar la Universal y la joven notó la diferencia que estaba haciendo en la vida de ellos. Al comienzo, se resistió e incluso “hablaba mal de la Universal”. Un día le pidió a la madre que la llevara a las reuniones. Después de algunas cadenas de oración y mucha lucha, aquella montaña de problemas quedó en el pasado.
Fue esa nueva Adela que decidió conocer el Templo de Salomón. “Mi experiencia fue única. Todo aquel ambiente santo y reverente me hizo pensar cada vez más en la magnitud del Dios Vivo. Creo que mi mente no tiene capacidad de percibir Su inmensidad. El silencio lleva nuestros pensamientos a Dios naturalmente, se percibe una conexión directa con Él”, afirma.
Fue una expectativa saludable. “Para participar en la primera reunión de la mañana de domingo, estuve en el portón del Templo a las 4h30 y eso produjo en mí una gran satisfacción. Aquel día, yo sería una de las primeras personas en entrar al Templo para oír lo que Dios tenía para decirme. Era lo mínimo que yo podía hacer para llamar Su atención. No podía medir ni esfuerzos, sueño, frío o cualquier otra cosa, porque, antes de encontrar al Señor Jesús, yo perdía muchas noches de sueño, no lograba dormir por causa de tantos problemas. Entonces, estar allí en aquel momento con alegría y paz fue, para mí, una honra”, explica.
La experiencia no se resume a las reuniones. Cada día en el Templo tuvo muchas lecciones. “Pude saber más del trabajo que los levitas realizaban en el Tabernáculo y el sentido que tiene para el pueblo de Dios. Fue algo muy interesante y que me hizo entender mejor todo lo que fue hecho, además de percibir lo que el Templo de Salomón significa: traer la misma reverencia del pasado a los días actuales. Esa experiencia será algo que jamás voy a olvidar”, concluye.[related_posts limit=”17″]