La endometriosis es una enfermedad que se manifiesta cuando las células del revestimiento del útero (el endometrio) crecen en otras áreas del cuerpo. La mayoría de las veces, los crecimientos anormales se dan en la zona pélvica, como el peritoneo, los ovarios, el intestino o la vejiga.
Todavía se desconoce porqué aparece la endometriosis. El riesgo aumenta cuando los períodos menstruales duran mucho tiempo o los ciclos son más cortos. Sin embargo, también existen factores genéticos o tóxicos medioambientales, como, por ejemplo, la dioxina, que predisponen a la endometriosis.
Sus síntomas son: periodos dolorosos, dolor abdominal bajo antes y durante la menstruación, calambres por una o dos semanas antes y durante la menstruación (los calambres pueden ser permanentes y pueden ser sordos o muy intensos), dolor durante o después de la relación sexual, dolor con las deposiciones, dolor pélvico o lumbago que puede presentarse en cualquier momento.
Para el tratamiento pueden usarse analgésicos, hormonoterapia y, en los casos más graves, cirugías.
“Tenía que acostumbrarme porque iba a estar enferma de por vida”
Evangelina Pedernera comenzó con problemas ginecológicos, le dolía la zona de los ovarios, fue operada dos veces y la última vez le extirparon un tumor de 6 centímetros. “El ginecólogo y el cirujano me dijeron que no podía pasar por una tercera operación o iba a perder los ovarios. Me hicieron estudios y descubrieron que tenía endometriosis. Se me formaban quistes en el endometrio y me producían mucho dolor. Esta enfermedad no tenía cura y encima el ginecólogo me dijo que me olvidara de ser madre”, cuenta ella al recordar el momento en que le dieron el diagnóstico.
Ella ya se sentía mal, a partir de ese momento se sentía peor, creía que nadie la iba a querer si no podía realizarse como madre. Empezó con trastornos espirituales, un acoso laboral acentuó sus problemas porque comenzó con ataques de nervios. Estuvo depresiva, consultó al psiquiatra y la medicaron pero no le servía de mucho. “Estuve a punto de matarme con un arma, mi mamá entró justo y me llevó a la iglesia. Me orientaron y comencé a luchar para salir adelante. En las reuniones aprendí a usar mi fe, sacrifiqué en la Hoguera Santa y fui libre de todo. Dios me sanó, el secreto es la perseverancia”, afirma.
Martes a las 8, 10, 16 y principalmente a las 20hs en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a su casa.
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