Sergio y Susana Ríos experimentaron el poder de Dios en sus vidas tras sacrificar en la Hoguera Santa. Antes de ver las maravillas del Altísimo, pasaron momentos muy difíciles: “Estaba totalmente destruida, vivía angustiada y triste porque tenía muchos problemas en mi casa. Con mi marido estábamos muy mal, yo lo traicionaba, lo insultaba y lo agredía, en un momento lo quise matar. También maltrataba a mis hijos. Pensé que la única salida que tenía era matarme, por eso traté de ahorcarme, pero no lo logré.
El tiempo pasó, los problemas se incrementaron y yo estaba cada vez más atormentada, seguía pensando en morir. Quise cortarme las venas y lo hice, pero no con suficiente fuerza”, recuerda Susana.
A todo este cuadro familiar se le sumó un problema de salud en su hijo mayor. Empezó a sufrir ataques de epilepsia, le daban entre dos y tres ataques diarios, no podían dejarlo solo porque se lastimaba.
“También teníamos problemas económicos. Teníamos una panadería, pero por no saber administrarnos llegamos a tener una deuda de 500 mil pesos, algo imposible de pagar. Tuvimos que alquilar el negocio a un tercero, que quiso que yo trabajara para él, o sea que era dueño y empleado a la vez. Para colmo teníamos el vicio de los juegos de azar, el poco dinero que ingresaba lo gastábamos jugando.
En cierta oportunidad, estuvimos a punto de perder todo, nos habían mandado un telegrama en el que nos daban 48 horas para desalojar la casa”, cuenta Sergio.
La hermana de Susana tomó conocimiento de los problemas que vivían y los invitó a la Universal, pero Susana la rechazaba: “le decía que para nosotros no había solución, que nuestra vida no iba a cambiar. De tanto insistir, acepté y empezamos a participar de las reuniones.
En un momento llegó la Hoguera Santa y sacrificamos porque queríamos que nuestro hijo se curara y así sucedió. Seguimos haciendo propósitos, perseverábamos, pero nuestra vida todavía no estaba como nosotros queríamos. Así fue que llegó otra Hoguera Santa, esa vez en la fe de Gedeón, y ahí fue que nuestra vida cambió. Sacrificamos, nos quedamos en la dependencia de Dios y manifestamos nuestra indignación. Queríamos ver las maravillas de Dios en nuestra vida.
Hoy gracias a Dios estamos bien, hay amor en nuestra familia, pagamos las deudas, recuperamos la panadería, la casa, tenemos dos 0 km., estamos comprando el tercero, nos vamos de vacaciones todos juntos, hay paz, armonía y felicidad. Dios hizo maravillas en nuestra vida”, afirman felices.
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