El ayuno es un tipo de ofrenda en donde una persona hace una abstinencia de alimentos o de algo que le da placer a la carne, con el fin de consagrarse para la obtención de algún favor o gracia. El resultado de tal sacrificio puede percibirse por los beneficios que trae. Vea abajo:
– Grandes libramientos: el libramiento está relacionado al ayuno porque se trata de una situación en que los recursos humanos se agotan y el hombre pasa a depender completamente de Dios. En este caso, el ayuno se vuelve un arma poderosa, pues es el reconocimiento de que las fuerzas terrenales no pueden librarlo en el día de su angustia;
– Santificación en la presencia de Dios;
– Fortalecimiento espiritual;
– Disciplina la vida espiritual;
– Para un arrepentimiento seguido de avivamiento (lea más en Jonás 3);
– Lo prepara para enfrentar una situación difícil (lea más en Ester 4);
– Abre el entendimiento de algo incomprensible a los ojos humanos;
– Expulsa ciertos tipos de demonios (lea más en Mateo 17:14-21);
– Trae resistencia a los deseos de la propia carne – pecados que le resultan difíciles de abandonar;
– Proporciona orientación sobre temas relacionados al cuerpo ministerial de la Iglesia.
El mayor de todos los beneficios
Pero de todos los resultados del ayuno, el más importante es la aproximación del hombre con Dios. El ayuno estrecha la relación entre los dos. Esa es la razón de cualquier sacrificio ofrecido a Dios, y con el ayuno no sería diferente. Y eso sucede exactamente porque la naturaleza humana tiende a desear todo lo que nos aleja de Dios, y cuando hay disposición para ayunar, renunciando a las cosas que naturalmente deseamos, inmediatamente somos aceptados delante de Él.
Todas las personas que desean saber más sobre el Reino de Dios no pueden ignorar la práctica del ayuno. Cuando es realizado en forma de sacrificio, es posible que, en las primeras horas o en los primeros días, el cuerpo anhele alimento, pero, a medida que el periodo va pasando, el alma se va fortaleciendo, y el espíritu se va renovando.
Ningún cristiano puede considerarse completo si su experiencia con Dios, por medio del ayuno, se resume, tan solo en bendiciones materiales alcanzadas. Todos los que viven una relación superficial con el Señor están muy distantes del verdadero propósito para el cual Él nos retiró del mundo de la esclavitud espiritual y nos trajo al Reino de Su Luz.
En fin, el ayuno es saludable en la vida espiritual como el agua es indispensable para que el cuerpo se mantenga con las fuerzas renovadas. La vida cristiana sin ayuno se debilita espiritualmente.
Estamos viviendo el Ayuno de Daniel, no quede fuera de ese propósito.
(*) Orientaciones extraídas del libro “El Santo Ayuno”, del obispo Célio Lopes
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