Existen dos tipos de personas en el mundo: las que son nacidas del mundo y las que son nacidas de Dios. Eso es un hecho.
Jesús, en su infinita misericordia, compasión y amor, dio Su vida para darle la oportunidad, a los que son nacidos del mundo, para que se conviertan en nacidos del Espíritu Santo.
Por eso Él le ha dado Su Espíritu a algunos seguidores, para que prediquen el Evangelio, que son las buenas nuevas del Reino de Dios. Y que, al oír el mensaje, este mundo crea en Él y cambie la manera de ser y así sea visitado por el Espíritu Santo. Ese es el proceso que genera el nacido de Dios.
Después de que Adán y Eva pecaron, comenzó el proceso de nacidos del mundo. Hasta que vino el Señor Jesús y dio Su vida para que los nacidos del mundo pudiesen ser nacidos del Espíritu Santo.
Los nacidos el mundo tienen el espíritu del mundo, el espíritu de los deseos que agradan a la propia carne. Las personas del mundo están preocupadas con lo que el mundo piensa al respecto de ellas. Están preocupadas con la vanidad, con el futuro aquí en el mundo, con la belleza, con la satisfacción personal, con el dinero, éxito, en fin.
Los que son nacidos del Espíritu Santo son diferentes. Porque tienen el Espíritu de Jesús, quieren agradar a Dios.
Por eso Jesús dijo:
“Si el mundo os aborrece, sabed que a Mí me ha aborrecido antes que a vosotros.” Juan 15:18
Los que son nacidos del Espíritu Santo son odiados por el mundo, porque no dirigen ni el mínimo de atención al mundo. Quien nació de Dios ya murió para el mundo y vive para el Señor Jesús.
El Ayuno de Daniel es una oportunidad para que los que son nacidos del mundo se conviertan en nacidos de Dios. Porque cuando una persona acepta a Jesús por la prédica del Evangelio, pero todavía no recibió el Espíritu Santo, no tiene ninguna garantía de mantenerse en la fe. Esta es una de las razones por la que muchos que un día creyeron en Jesús ahora están viviendo en el pecado, no están preocupadas con nada de lo que se refiere a la fe.
Son personas que cuando estaban en la fe creían que le estaban haciendo un favor a Dios. Pero porque no sucedieron las cosas que ellas esperaban que sucedan, abandonaron la fe, se desanimaron y están por ahí. Esas personas en realidad nunca nacieron de Dios, nunca recibieron el Espíritu de Dios, siempre tuvieron el espíritu del mundo y, por eso, están en el mundo, viven en el mundo y son queridas por el mundo.
La propuesta de Dios
Si usted está en el mundo, ¿qué sería capaz de hacer para dejar de ser hijo (a) del mundo para ser hijo (a) de Dios?
¿Qué haría para tener un Padre Eterno, que va a protegerlo (a), guardarlo (a), sustentarlo (a) hasta el último suspiro de su vida aquí en este mundo y en el mundo venidero, la Vida Eterna?
El precio es que usted sacrifique su voluntad, las pasiones carnales, sus sueños personales, su vida en favor de la nueva vida que Dios ofrece. Esa es la propuesta de Dios.
Usted tiene que desprenderse del espíritu del mundo para poder ser poseído por el Espíritu de Dios. Si usted no se desprende de este mundo, usted no puede recibir el Espíritu Santo, pues Él está para las personas que están determinadas a seguir a Jesús, aunque para eso deban perder sus propias vidas en este mundo.
En el Ayuno de Daniel sacrificaremos entretenimientos, noticias seculares, televisión, juegos. Vamos a dejar todo lo que forma parte de este mundo para estar purificados de todos los pensamientos del mundo, con el fin de envolvernos con los pensamientos de Dios, y así, recibir el Espíritu Santo. Pero Él solo viene para aquellos que quieren realmente hacer la voluntad de Dios.
Al recibir el Espíritu Santo usted tiene la dirección de Dios para comportarse en este mundo. Primero usted recibe paz, luego alegría y después viene aquel amor inmenso por las personas que usted no conoce.
Este Ayuno de Daniel es para las personas que quieren servir a Dios, ya sea en el Altar, o en el Atrio. Para personas que quieren colocar sus vidas al servicio del Reino de Dios.
Participe de una reunión en una Universal más cercana a su casa y sepa más.
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