Atentos a esta situación, los voluntarios de la Organización T-Ayudo comenzaron una nueva campaña de ayuda para las personas que fueron damnificadas por las inundaciones.
Así, el pasado martes 5 de enero, un camión repleto de ayuda solidaria llegó finalmente a Concordia, donde se realizaron seis diferentes entregas en distintos lugares que acogían a los evacuados. En total se repartieron 7500 kilos de alimentos, 6000 prendas de ropa y 2000 litros de agua potable, un bien que suele escasear en estas situaciones.
En primer lugar, los voluntarios se dirigieron al Regimiento de Caballería de Tanques 6, “Blandengues”, ubicado en la intersección de las calles Arruabarrena y San Juan. Allí visitaron dos galpones en los que están alojados dos grupos de evacuados, y les entregaron ropa, alimentos y agua mineral.
Luego, se dirigieron a la esquina de las calles Asunción y Moreno, a unas 10 cuadras del cauce original del Río Uruguay, que fue hasta donde llegó el agua que afectó a la zona, para encontrarse con un grupo de vecinos autoevacuados que recibieron también alimentos, ropa y agua potable.
Más tarde, el Gimnasio Polifuncional Municipal fue el nuevo escenario elegido por T-Ayudo para acercar los artículos. Finalmente, el galpón exBagley y la Escuela 54, “Juan Blasco”, fueron los últimos lugares en los que se repartieron las donaciones, ya al caer el sol.
El pastor Julio, representante de la Universal en la ciudad de Concordia, junto al pastor José, a cargo del trabajo solidario de la Organización T-Ayudo, coincidieron en destacar la reacción de la gente que recibió ayuda. “Fue sorprendente la reacción de los damnificados. Hay una gran diferencia entre ver la tragedia por televisión y venir a vivirla al lugar”, contó el pastor José.
En todos los lugares visitados, además de darles bienes materiales, ellos realizaron oraciones por los enfermos y las familias, y les dejaron un mensaje de fe. “Les dijimos que muchos de ellos pueden hasta pensar que Dios se olvidó de ellos, pero eso no es cierto. Dios fue quien nos envió porque se acuerda del sufrimiento de la gente. Muchos nos dijeron que al principio desconfían, porque normalmente quien los ayuda después les pide algo a cambio, sin embargo, pudieron ver que la Universal no les pide nada”.
Esta catástrofe natural sirvió para unir más a los habitantes de una ciudad que sufrió la peor inundación en más de 50 años, y para demostrar una vez más, que la solidaridad no tiene religión.
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