Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. Marcos 13:12
La aversión al Señor Jesús será tan grande que las personas Le darán la espalda a Él y preferirán al diablo. Por no creer en el infierno, el lago de fuego para esas personas no existe, el Reino de Dios para ellas tampoco existe. Serán engañadas al punto de pensar que nuestra existencia se resume a esta vida. Para ellas, el Señor Jesús está equivocado y el diablo está en lo correcto. ¡Qué infamia! Como si creer en el Señor Jesús fuera un crimen hediondo pasivo de muerte. Imagínese a un hermano entregando al otro para su muerte; al padre, que hizo de todo para impedir la muerte del hijo, ahora con una ideología contraria a la fe cristiana, mata al hijo, y los hijos matan a los padres.
Seréis odiados de todos por causa de Mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Marcos 13:13
Generalmente, el odio surge como consecuencia de un daño sufrido, aunque nada justifique que una persona odie a otra. Pero en esos días, solo por el hecho de que las personas asuman la fe en el Salvador, serán mortalmente odiadas, sin que hayan causado cualquier daño a alguien.
En los días de hoy, hemos visto este espíritu de odio. No son pocas las personas que, en el nombre de la fe, han sido perseguidas en casa, en el trabajo y entre sus amigos. Hay quien es odiado por quien ni siquiera le conoce. Existen casos de personas que fueron a la iglesia con la intención de agredir o incluso de quitarle la vida al pastor, siendo que el único mal que el pastor hizo fue sacar a las personas del vicio, de la pésima calidad de vida. Además, ¿eso es un mal?
Pero, el que persevere hasta el fin, este será salvo. La salvación del alma, no importa lo que la persona vea, oiga o pase, el Señor Jesús estará en primer lugar.
Colaboró: Obispo Romualdo Panceiro
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