Jésica: «Conocí la Iglesia Universal por medio de una amiga que me invitó a asistir. Al principio me costó llegar, pero comencé a participar los sábados de las reuniones de los Casos Imposibles. Tenía problemas espirituales, emocionales y sentimentales. Los médicos me habían detectado bipolaridad. Eso me llevaba a ser violenta con las personas, con mi familia y conmigo misma, no tenía control de mis emociones, incluso llegué a arrancar una puerta del lugar donde vivía. Fue entonces que quise cambiar. Al participar de las reuniones, mi vida cambió. Ya no tengo ataques de ira, no soy más violenta con nadie ni conmigo misma. Me empecé a querer y tengo paz».
Horacio: «Desde hacía cinco meses que no podía cobrar un dinero. Sin embargo, participé de las reuniones de los Casos Imposibles y recibí la noticia de que la plata ya está depositada en mi cuenta del banco. Eso sucedió gracias a que perseveré en la cadena del Valle de la Sal y determiné que ese dinero se iba a destrabar. Por otro lado, también quiero agradecer a Dios por la salud. Me hicieron los controles médicos y salió todo perfecto, gracias a Él. ¡Vamos por más!