“En la escuela vivía un infierno”, así recuerda Rubí los momentos más difíciles que atravesó a su corta edad. Ella, además, relata: “Pensaba que mis amigas durarían toda la vida, pero empezaron a hacerme bullying, ellas y todos mis compañeros. Por eso, yo me quería matar. Tenía pensamientos suicidas porque no creía que hubiese una salida frente a tanto dolor. Una vez, tomé un cuchillo y me lo quise clavar”.
La invitación para asistir a la Iglesia Universal llegó a través de una vecina. Aunque Rubí no quiso ir al principio, su mamá igualmente la llevó y allí conoció al grupo FTU (Fuerza Teen Universal). Al respecto, comenta: “Después de la reunión, una persona me invitó a la FTU y me dijo que allí cambiaría mi vida. También me contó todas las actividades que hacían en la semana. Me gustó la idea de que hubiera diversión, pero no creía que mi vida fuera a cambiar”. Aun así, empezó a participar semanalmente y el cambio fue apareciendo. “Allí encontré alegría y las verdaderas amistades que no había encontrado en la escuela”, admite.
Un día, durante una oración, recordó todo lo vivido hasta entonces, lo que le hizo reflexionar. “Me acordé de las peleas en mi casa, de mis padres alcohólicos, del bullying en el colegio, pero noté que Dios siempre estuvo conmigo. Así, entendí que había una salida”, reconoce.
“Desde entonces, toda mi vida es diferente. Usando la fe, mis padres fueron transformados, ya no tienen vicios y mis compañeros del colegio notaron un cambio en mí, algo que no pensaba que sucedería. No fue la FTU ni la iglesia, fue Jesús”, finaliza la adolescente.
Rubí asiste a la Iglesia Universal ubicada en Av. Corrientes 4070, Almagro, CABA.