“He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él Conmigo”. Apocalipsis 3:20
Cada vez que usted escucha un programa de radio, cada vez que ve un programa de TV, cada vez que lo invitan a la iglesia, cada vez que escucha o lee la Palabra de Dios, significa que Dios está llamando a la puerta de su vida. Piense conmigo, Jesús llama a su puerta, pero Él no entra si usted no Le da permiso.
Jesús llama, toca a la puerta y espera. Cuando uno abre la puerta, Él entra. Por eso Él no ha entrado en la vida de muchos, porque muchos no Le han abierto la puerta de su vida.
“… si alguno oye Mi voz y abre la puerta …”
Él llama, si la persona oye Su voz y abre, Él entra. Cada Palabra que usted escucha, es Jesús llamando para que usted abra la puerta.
“… entraré a él, y cenaré con él y él Conmigo”.
Es una unión, una comunión, una intimidad. Nosotros no cenamos con cualquiera. Jesús quiere compartir con nosotros, quiere comunión. Pero, antes, toca a la puerta y nos da el derecho de abrirla o no. Imagínese, hágase una idea, estar usted cenando con su familia y que de pronto llegue Jesús para cenar con ustedes.
Jesús ha llamado a la puerta de muchos desde hace mucho tiempo y, si no ha entrado, es porque muchos no Le han abierto. Una vez que Jesús entra y está con usted, ah, mi amiga y mi amigo, habrá paz, gozo, felicidad en su vida. ¡En este momento Jesús está tocando a la puerta de su vida! Con cada prédica, con cada Palabra, y si usted Le abre la puerta de su corazón, Él entra.
No importa quién sea usted, quién haya sido, si usted reconoce sus errores, los confiesa y se aleja de ellos, Jesús borra todos sus pecados.
Piense en eso.
Dios le bendiga.