“El gorrión ha hallado casa, y la golondrina nido para sí donde poner sus polluelos: ¡tus altares, oh Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!” (Salmo 84.3)
Al igual que las aves necesitan el nido para descansar, todo ser humano necesita acurrucarse en el altar de Dios.
La pregunta es, ¿cómo acurrucarse en el Altar?
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