Las enfermedades cerebrovasculares representan una emergencia médica diaria. Estas afectan a miles de personas de todas las edades. Se volvieron un desafío debido al incremento de la demanda de atención y la complejidad requerida para un adecuado tratamiento.
El 29 de octubre, fue el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV). Cada año, 15 millones de personas en todo el mundo pasan por esa situación y 5 millones mueren, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El dato oficial que se desprende de la cartera de Salud nacional es que en la Argentina mueren 18 mil personas por año a causa de un ACV. Otro dato preocupante es que, en nuestro país, una persona lo sufre cada cuatro minutos.
¿Qué es un ACV?
El ataque cerebral, es la manifestación de una repentina alteración en el flujo sanguíneo cerebral. Esto puede suceder al taparse una arteria (isquemia) o cuando se rompe (hemorragia). Las células cerebrales afectadas no pueden funcionar por la falta de oxigeno y mueren. Lo mismo sucede con la parte del cuerpo que controlan.
Los síntomas son:
-Dolor de cabeza.
-Confusión.
-Dificultad para leer, escribir o hablar.
-Problemas para ver.
-Vértigo y pérdida del equilibrio.
-Debilidad o alteración de la sensibilidad en la mitad del cuerpo o la mitad de la cara, en un brazo o una pierna.
¿Cómo evitar este problema?
Las frecuencias de ACV aumentan con la edad: a partir de los 55 años, pero puede suceder a cualquier edad. La mayoría pueden prevenirse realizando controles médicos anuales. Sin embargo, muchos aparecen de forma repentina y no es posible predecirlos. Otro factor que puede provocar estos ataques es la depresión y el aislamiento.
De cualquier manera después del ACV, gran parte de los que sufren el ataque deben someterse a la rehabilitación para tratar las secuelas.
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