Era un día aparentemente normal en la casa de la familia Vidinhar, en el tranquilo suburbio de West Point, Utah, Estados Unidos. El padre, militar, trabajaba en una misión en Alabama. La madre salió con las tres hijas y dejo a Aza (en el centro de la foto), el hijo más grande, de 15 años en aquel entonces, cuidando de los dos hermanos menores, Alex, de 10 años, y Benjie, de 4.
Cuando la madre volvió, tuvo la peor sorpresa de su vida. Aza no estaba en la casa y los dos hermanos menores estaban muertos, apuñalados. Su desesperación llamó la atención de los vecinos, que luego llamaron a la policía. Aza fue encontrado por los policías, algunas horas después, a pocos kilómetros de la casa, tranquilamente comiendo en una cafetería.
Si el espanto de la madre fue enorme al encontrar a sus hijos muertos, el shock siguiente empeoró todo: Aza confesó haber matado a los hermanos por haber perdido la paciencia, porque ellos estaban viendo la televisión con un volumen muy alto e ignoraban su pedido de que lo bajen. Fueron 88 puñaladas en uno de los niños y 28 en el otro, que quedó con el cuchillo hincado en su cuello.
La ola de shock por lo sucedido dominó todo el barrio, que veía en Aza apenas un muchacho quieto y estudioso, que no llamaba mucho la atención. Aprehendido, el confeso el doble crimen. Juzgado, la corte local hizo un acuerdo no común: Aza iría a un reformatorio hasta cumplir los 21 años por la muerte de Alex, y solo podría ser juzgado nuevamente, por la muerte de Benjie, después de eso, como adulto, si se comportaba bien en la prisión.
Indiferencia por la vida ajena
Pero el muchacho violó el acuerdo al año siguiente. Agredió a otro detenido con una escoba. Le dijo a la policía que no lo mató porque los agentes del reformatorio lo interrumpieron. La frialdad de él, espantó hasta los agentes más experimentados. Por el intento de asesinar a su compañero, el muchacho fue juzgado nuevamente en mayo de 2015, ahora con 17 años. Nuevamente su frialdad espantó a todos: se mantuvo sin la menor reacción cuando el juez lo sentenció a 15 años de prisión por la muerte de los hermanos y a 5 por la tentativa de homicidio del otro interno. Esta vez iría a la Penitenciaria Estadual de Utah, un establecimiento penitenciario para adultos.
La acusación, durante el juicio, destacó que Aza presenta “una profunda indiferencia por la vida ajena o por los sentimientos de sus padres”. Cuando tuvo permiso para hablar con el juez por su defensa, el muchacho simplemente afirmo “no tengo nada que declarar”. Aunque la defensa alegó que el acusado era insano, fue condenado.
Apocalipsis
Infelizmente, casos como estos son cada vez más comunes en las noticias internacionales. Personas mueren por motivos insignificantes todos los días en varios países, aun en barrios tranquilos como aquel de West Point. No fue por falta de aviso, pues hace miles de años la Biblia ya preveía hechos como este “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” (Mateo 24.12). Y la Palabra Sagrada, cuando cita esto, habla que ese sería uno de los varios indicios de que el Fin de los Tiempos estaría por comenzar. Una clara señal del Apocalipsis.
Si en la época en que fue escrito ese versículo miraba al futuro, ahora vemos que nuestro presente tiene más que ver con el último libro de la Biblia de lo que pensábamos. Y muchos aún insisten en no admitirlo. ¿Usted aún duda que el principio de dolores, previsto por el Señor Jesús, ya esté sucediendo? ¿Ha buscado su Salvación o, como muchos, persiste en el error de dejarlo para después?
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