Nuestra reacción delante de las situaciones puede ser determinante para la salud física, mental y en las relaciones personales.
¿Cuál es tu reacción cuando las cosas no salen como las planeaste? A pesar de que no haya estadísticas sobre el tema, basta observar a las personas para saber que la gran mayoría se queja frente a un problema inesperado. La queja es la manifestación de un descontento o insatisfacción con respecto a algo o a alguien, pero se volvió algo tan común y corriente que ha perjudicado la salud física, mental e incluso las relaciones personales.
La psicóloga Camila Galhego explica uno de los impactos de la queja: “Cuando nos quejamos, en nuestro organismo aumentan los niveles de cortisol, que es la hormona del estrés, lo que genera una inflamación. Desde el punto de vista biológico, la persona se vuelve más propensa a padecer dolores. Hay casos de fibromialgia, que es una enfermedad crónica que provoca dolores por todo el cuerpo, debido al aumento del cortisol, conectado a la queja”, explicó.
Un artículo publicado en 2015 por American College of Neuropsychopharmacology, organización americana que reúne a investigadores especializados en el cerebro y en el comportamiento, presentó un compilado de investigaciones sobre el impacto del cortisol en el cerebro humano y uno de estos estudios indicó que la hormona del estrés tiene potencial para reducir al hipocampo, un área del cerebro relacionada con la memoria y el aprendizaje. Siendo así, el hecho de quejarse también estaría conectado a daños en el órgano. “Otra característica de quien tiene el hábito de quejarse es enfocarse en los aspectos negativos de la vida, lo que produce tristeza, ansiedad e incluso depresión. Y lo que vimos en la mayoría de los pacientes es que desarrollan distimia, que es la depresión crónica marcada por el malhumor y la negatividad”, afirmó.
Con una visión distorsionada del mundo y de la vida, él que se adhirió al hábito de quejarse se comporta como una víctima que nunca está satisfecha con lo que tiene. Solo imaginá el gasto energético de quien se queja del clima, del tránsito, de levantarse temprano, de su compañero de trabajo, del cónyuge, de la casa en la que vive, etc. La gran cuestión es que todo el tiempo invertido en cosas que supuestamente están mal le impide al individuo ver y enfocarse en la solución de sus verdaderos problemas, lo que hace que esté en un ciclo vicioso.
¿A quién le agrada compartir con un quejoso?
Más allá de los problemas físicos y mentales, el que tiene el vicio de quejarse está destinado a conflictos en todas las relaciones personales, tanto en lo profesional y personal, como en lo familiar. “Naturalmente, la persona más negativa causa rechazo”, dijo la psicóloga. Y no es para menos, ya que señalar constantemente las fallas o la insatisfacción de una actitud del otro, genera desgaste y afecta a todos los que están en el mismo ambiente.
De hecho, la negatividad puede ser contagiosa. “La mayoría de las veces, los pesimistas ya provienen de un entorno depresivo y negativo, es decir, han aprendido a mirar las cosas de forma negativa. Y el entorno que tiene más peso es la familia. Cuando crecemos con muchas personas críticas y pesimistas, esto se vuelve peor. Cuando la queja es en el trabajo o entre amigos, no necesariamente afecta a la persona. Sin embargo, si se pasa mucho tiempo en estos ambientes, la práctica puede ser contagiosa, porque estamos acostumbrados a ser influenciados por lo que vivimos”, señaló.
Remodelá tus pensamientos
El cambio de comportamiento de una persona puede comenzar con el ejercicio de la gratitud, que libera la hormona del placer en el cuerpo. “Mentalmente, una persona que es agradecida termina siendo más feliz, tiene más resiliencia, no se rinde tan fácilmente y es capaz de tener éxito en la vida”, destacó. Camila añadió que quienes no se consideran positivos por naturaleza pueden ejercitar esta habilidad mirando la vida y agradeciendo las pequeñas cosas, prestando más atención a lo que ya tienen y menos a lo que aparentemente les falta. “Un consejo práctico es tener un diario de gratitud, donde puedan escribir todo lo que pasó ese día que los hizo agradecidos”, sugirió.
Es necesario entender que las quejas no están solo en la boca de las personas, sino que comienzan en un pensamiento y en la forma de ver las cosas. Por lo tanto, el cambio también puede requerir la consulta a un profesional capaz de ayudar a quienes se quejan a recuperar la positividad perdida. “A través de estrategias, las personas aprenden a establecer relaciones y a vivir experiencias positivas, alejándose de la idea de que nada funciona y acercándose a la idea de que las cosas pueden salir bien. Cambiar el pensamiento revierte el comportamiento y las actitudes. Además, la fe es una gran aliada, ya que nuestra relación con Dios nos acerca a lo que es bueno”, concluyó.