El cielo se oscurece, las nubes negras empiezan a amenazar y sucede lo inevitable, la lluvia cae con furia y lo sigue haciendo durante días. Lejos de ser una bendición, el agua que viene de arriba se convierte en una pesada carga para miles de personas, que sufren las consecuencias de la crecida de ríos y arroyos y deben abandonar sus hogares. Las rutas se inundan, los puentes ceden, los caminos se cortan y el agua sigue subiendo.
En toda la provincia de Buenos Aires se calcula que aproximadamente unas 30 000 personas fueron afectadas por las inundaciones. De ellas, unas 6000 tuvieron que dejar sus casas, mientras al cierre de esta edición se confirmó una sexta muerte relacionada al temporal.
La primera víctima fatal fue un niño de 11 años que fue arrastrado por las aguas de un arroyo en Pilar, el pasado jueves 6. Luego, el sábado 8, un hombre de 39 años murió calcinado por el incendio que provocó el brasero que había armado mientras cuidaba su casa en la localidad de Campana; se resistía a irse por temor a los robos. La tercera víctima, de Quilmes, un hombre mayor de 60 años que fue hallado muerto en su casa inundada, aledaña al arroyo Las Piedras, que desbordó. La cuarta víctima fatal es una mujer de 60 años, que fue hallada el miércoles 12 en una zanja en el barrio Santa Teresita, en Navarro. Los bomberos suponen que cayó a la zanja y murió ahogada. El lunes hallaron un cuerpo que corresponde al hombre que cayó junto a su hijo al Riachuelo con su auto en la localidad de Avellaneda, ellos fueron arrastrados por la intensa correntada. El martes apareció el cuerpo de un anciano de 82 años en un arroyo en Quilmes, había desaparecido de San Francisco Solano.
Todavía hay dos persona que se encuentran desaparecidas. En Lobos. Su familia y amigos buscan a un joven de 23 años, que desapareció en una zona rural cercana al desbordado arroyo Las Garzas. Había ido a caballo a comprar los medicamentos que su madre necesitaba. Las autoridades encontraron al caballo muerto y, en él, atados los medicamentos que había comprado.
Lluvia récord
En solo dos días, el temporal descargó sobre las zonas afectadas más agua de la que suele llover en todo el mes. Los 230 milímetros de precipitación acumulada superaron todas las previsiones meteorológicas y afectaron seriamente a las localidades de Luján, Salto, Mercedes y San Antonio de Areco, en Buenos Aires, y Sanford y Soldini, en Santa Fe.
Además, las rutas de la zona norte bonaerense sufrieron anegaciones y cortes debido al desborde de los ríos, provocando desvíos de tránsito y zonas incomunicadas.
En Roque Pérez, los bomberos rescataban terneros, vacas y chanchos con botes y lanchas y el agua había dejado a un pueblo aislado. “Es terrible lo que se está viviendo. A 25 km tenemos el pueblo Carlos Begri, que está aislado. No tienen cómo llegar a Roque Pérez. Les estamos llevando, en camiones unimog, remedios y mercadería. Pasamos también una médica y una pediatra para los 300 habitantes”, explicó Ramón Pierini, jefe de bomberos de la ciudad, a La Nación.
El agua se va, lo peor queda
Con el cese de las precipitaciones y el paso del tiempo, el agua comenzó a bajar, dándole un poco de alivio a los afectados por las inundaciones. Sin embargo, es cuando debe hacerse presente la ayuda. Volver a casa después de la inundación es el momento más difícil. Hay que calcular los daños en la edificación, los techos y las instalaciones, ver qué pertenencias se salvaron y cuáles ya no se pueden recuperar. Es el momento más duro, el después, cuando “cae la ficha” de lo que sucedió y hay que sacar fuerzas de cualquier lado para levantarse en un proceso que puede durar, semanas, meses e incluso años.
Los otros problemas del después son los riesgos para la salud. Dolor de garganta, fiebre, vómitos, catarro, dificultad para respirar, crisis hipertensivas, sarpullido, picaduras de insectos y dolores musculares por levantar objetos pesados al querer salvar algún mueble del agua. Son estos los principales problemas de salud por los que están consultando las personas que viven en las zonas afectadas. Además, en los centros de evacuados hubo chicos con diarrea y gastroenteritis, más allá de enfermedades como la diabetes, el asma o las cardiopatías.
Como si todo eso fuera poco, los vecinos también deben lidiar con la presencia anormal de ratas y víboras. El Hospital Blas Dubarry de Mercedes atendió desde el viernes 7 a 40 personas con mordeduras de víboras. Estos episodios podrían registrarse también en Luján, San Antonio de Areco y otras ciudades bonaerenses, porque en esa zona ataca la culebra, que aunque no es venenosa su mordedura deja una gran hinchazón en la piel que puede derivar en una infección severa si se está en contacto con aguas contaminadas. Los médicos afirman que la única solución son los antibióticos a tiempo. Rodolfo Principi, director del hospital provincial vaticinó que podría haber picaduras de escorpiones y yararás, que sí son venenosas. “Normalmente se atienden 1200 personas por día”, concluyó.
Solidaridad en acción
El trabajo social de La Iglesia Universal del Reino de Dios se realiza a través de la Organización T-Ayudo. Todas las semanas se efectúan entregas de alimentos no perecederos y ropa a las personas e instituciones que más lo necesitan. Durante el mes de julio, por ejemplo, se donaron 14 toneladas de alimentos y 24 000 prendas de ropa.
En esta oportunidad, T-Ayudo no solo apela a la solidaridad del pueblo de la Universal, sino de todo aquel que quiera colaborar con las personas que han sido víctimas de las inundaciones. Para eso, puede entregar alimentos no perecederos, ropa, colchones, agua mineral, pañales, elementos de limpieza e higiene personal, frazadas, sábanas y toallas en cualquiera de las Universal del territorio nacional. En las próximas ediciones de El Universal mostraremos las entregas realizadas a los afectados.
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