En la ciudad de Rosario se generó una conmoción por la noticia de que alumnos de 11 años molieron tizas y simularon que manejaban cocaína. El hecho tuvo un gran impacto porque ocurre en un contexto en el que el avance del narcotráfico es un tema de la agenda diaria en la provincia de Santa Fe.
Un grupo de estudiantes primarios del colegio San José picó la arcilla blanca que se utiliza para escribir en los pizarrones y todos sus integrantes jugaron a que se drogaban, simulando que lo que tenían entre manos era droga.
Este tipo de “juegos” se volvieron habituales en el último tiempo y son un claro reflejo de la penetración de la cultura narco en la sociedad. La noticia conmovió a parte de la comunidad educativa, por su vinculación con un tema sensible y actual.
Pese a todo, no hubo sanciones para los alumnos: las autoridades de la escuela -cuenta Rosario3- comunicaron lo sucedido al ministerio de Educación de la provincia y convocaron a los padres de los chicos involucrados, para alertar sobre el hecho y generar conciencia.
La oración de su mamá lo sacó del mundo de las drogas
Cristian Sánchez a los quince años de edad comenzó a salir y a involucrarse con personas que no le aportaban nada bueno, así es como conoció el alcohol y el cigarrillo. Las peleas en su casa fueron el detonante. “Las discusiones entre mis hermanos y con mis padres, que casi se divorcian, y la falta de dinero me preocupaban. Me ponía nervioso y agresivo. En sí, estaba celoso de mi hermano y lo odiaba. Una vez intenté hacerle daño con un cuchillo”, recuerda.
Aquellos amigos en los que se refugió lo alentaron a que probara la marihuana. Una vez que comenzó con el vicio, se volvió algo normal y después quería descubrir nuevas sensaciones consumiendo cocaína, pastillas y pegamento. Esto lo ponía más nervioso y agresivo con todos, vecinos, familia y amigos.
“Mi mamá oraba por mí y me invitaba a la iglesia. Yo me burlaba y no quería saber nada hasta que cuando ya estaba pensando en suicidarme, decidí ir a buscar ayuda”. Con esfuerzo se liberó de los vicios, de los malos pensamientos y del odio hacia su hermano. Cristian comenzó una nueva vida con Dios y pasó a tener ganas de vivir, su relación con sus padres cambió y hoy es un chico feliz.
Sea libre de los vicios, domingos a las 15, en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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