La Palabra de Dios dice que la persona que recibe el Espíritu Santo pasa a ser considerada por Dios como Celestial.
1 Corintios 15:45, 49 dice: «Así también está escrito: El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente. El Último Adán, Espíritu que da Vida».
El primer Adán fue el primer hombre que Dios creó. El Último Adán se refiere a Jesús, que vino al mundo en un cuerpo físico, humano como el nuestro. En todo fue tentado.
Jesús es el Último Adán que no pecó, fue Perfecto. Antes de morir, celebró la Santa Cena y no hizo nada más, sino orar por los que Lo crucificaron. Sirvió el Pan y la Copa que representaban Su Cuerpo y Su Sangre y les dijo a Sus discípulos: «Comed y bebed en memoria de Mí hasta que Yo vuelva». Los discípulos murieron y Jesús no volvió físicamente, pero sí espiritualmente por medio del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo está revelando que el primer Adán fue un hombre, un alma viviente. El alma es eterna y Jesús afirmó que la única persona que puede decir qué destino tendrá su alma es uno mismo. Por eso, el Salmo 25 empieza así: «A Ti, oh SEÑOR, elevo (entrego) mi alma». El alma puede ser elevada a Dios o bajada a los demonios.
¿Se acuerda del pobre y el rico? Al alma del pobre, Lázaro, la vinieron a buscar los ángeles de Dios, no porque era pobre sino porque había sido justo. Y el alma del rico fue llevada al infierno, no por su riqueza sino porque no Le hacía caso a Dios y pensaba que no Lo necesitaba porque tenía mucho. El alma del ser humano puede aferrarse a cosas, a posiciones, al estatus social, pero uno, aunque no tenga nada, puede decidir que su alma sea elevada y entregada a Dios.
Quien está salvo no es más alma viviente sino espíritu que da Vida. Espíritu es razón. Cuando Jesús fue traicionado, ¿Él traicionó? No. Cuando no creyeron en Él e intentaron empujarlo a un precipicio, ¿Él Se dejó vencer por eso? No. Dios no Se deja vencer por la incredulidad.
Cuando Él liberó a aquel hombre endemoniado que vivía en el sepulcro gritando, Lo juzgaron y Lo condenaron. ¿Qué hizo Jesús? ¿Se puso triste? No. Él tomó Su barca y Se fue a otro lado.
No sea alma viviente, a la que cualquier cosa la afecta. Antes, cuando desconocíamos la Verdad, éramos así, parecíamos hechos de azúcar, cualquier lluvia nos derretía. Ahora no somos así porque somos espíritu que da Vida.
El Texto Sagrado dice: «Sin embargo, el Espiritual no es primero, sino el natural; luego el Espiritual» (1 Corintios 15:46). Primero tuvimos que nacer de nuestros padres. Heredamos de ellos los rasgos. Pero todos necesitamos nacer del Espíritu, aunque seamos hijos de padres que ya Lo tengan. El día en el que uno recibe el Espíritu Santo, se convierte en Espíritu que da Vida.
«El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es del Cielo» (1 Corintios 15:47). Cuando llegamos a la iglesia, éramos terrenales, vivíamos por lo que sentíamos, nos dejábamos manipular con facilidad. Cuando la persona no es nacida del Espíritu Santo, el ambiente la cambia. Por eso, hay personas encantadoras y humildes que, cuando alcanzan bienes o fama, se corrompen.
La persona que quiere recibir el Espíritu Santo se aferra a la Palabra de Dios y, cuando se convierte en espíritu que da Vida, abraza las cosas celestiales, habla con Dios, medita en Su Palabra y Le dice lo que Está escrito en el Salmo 25: «A Ti, oh SEÑOR, elevo (entrego) mi alma». ¡Qué decisión linda y maravillosa!
Toda persona que recibe el Espíritu Santo se vuelve celestial y está preparada para morir o para ser arrebatada. Si usted tiene miedo de la muerte es porque aún no tiene el Espíritu Santo.
«Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la Imagen del Celestial» (1 Corintios 15:49). Así como traemos la imagen de nuestros padres biológicos, Dios quiere que tengamos Su ADN espiritual.
Debemos buscar esta imagen celestial que no tiene nada que ver con religión, iglesia o denominación, sino con vida. Por eso el mal odia que usted asista a la iglesia, donde leemos, escuchamos y meditamos sobre lo que está escrito: ¡la Palabra de Dios que no falla!
Participe este domingo a las 9:30 h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a usted. Otros horarios: 7 y 18 h.