“Entonces llegaré al altar de Dios, a Dios, mi supremo gozo; y al son de la lira te alabaré, oh Dios, Dios mío.” Salmos 43.2
Cuando se va al Altar con temor al Señor y con sinceridad, su boca se llena de risa y cantos de alabanzas al Señor de señores.