“… El que Me ama, obedecerá Mi Palabra, y Mi Padre lo amará, y haremos Nuestra morada en él. El que no Me ama, no obedece Mis Palabras. Pero estas Palabras que ustedes oyen no son Mías, sino del Padre, que Me envió”. Juan 14:23-24
La Biblia es tan clara que, en estos versículos, nosotros podemos saber quién ama a Dios y quién no Lo ama. Porque no es decir “Yo amo a Dios” con la boca. O sea, si yo amo a Dios obedezco Su Palabra, y si no Lo amo, no la obedezco.
¿Sabe cuál es la mayor prueba de amor de la esposa al marido y del marido a la esposa? Cumplir la palabra del pacto hecho en el Altar en el momento del casamiento. Uno dice: “Prometo serte fiel en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad…”
Cuando hay amor verdadero, hay obediencia a ese pacto. El marido que ama a su esposa no es aquel que le trae bombones, flores o regalos para cubrir los errores. Eso puede ser cariño. Pero el verdadero amor es obedecer al pacto.
Por eso Jesús dijo: “El que Me ama obedecerá Mi Palabra…”
¿Quiere saber si una persona ama o no a Dios? Basta con observar si obedece a Su Palabra, si en la Palabra de Dios dice que no se debe mentir y la persona miente, no ama a Dios, lo ama solo con los labios: “Este pueblo Me alaba con la boca y Me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí”, Isaías 29:13.
No es solo decir “Yo Te Amo, yo Te adoro…”, ¡es obedecer a Su Palabra! Cuando obedecemos a Su Palabra, el Espíritu Santo desciende y habita en nosotros. A veces las personas piensan que desobedecer es solo practicar el adulterio, o matar, pero es en todos los momentos. Cuando estamos solos, acompañados, en casa, en la calle, en la iglesia, si amamos a Dios Le obedecemos y entonces Él nos ama.
Los que Lo aman son los que Le obedecen y para ellos hay una promesa: “Mi Padre lo amará, y haremos Nuestra morada en él”. Dios entra y hace de nosotros Su morada.
La clave es obedecer. De nada sirve que seamos una persona aquí en la iglesia y otra al pasar por esa puerta. O somos o no somos de Dios. Él siempre está viéndonos: “… los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente Suyo”, 2 Crónicas 16:9.
No sea niño, piense, ¿se puede engañar a Dios? Podemos engañarnos entre nosotros, pero a Dios no. Él conoce a los que Lo aman, a los que buscan vivir una vida correcta, a los que no tienen malos ojos.
“El que no Me ama, no obedece Mis Palabras. Pero estas Palabras que ustedes oyen no son Mías, sino del Padre, que Me envió”
Está muy claro. La prueba de que yo amo a Dios es mi obediencia. Un ejemplo claro de eso fue Abraham. A los 75 años Abraham era ya viejo y sin hijos y Le pidió un hijo a Dios.
Dios le dio a Isaac cuando Abraham tenía ya 100 años. Y Dios quiso probar el amor de Abraham: “Ve al Monte Moriah y sacrifica a tu hijo para Mí…” Dios no quería matar a su hijo, quería probar a Abraham. Entonces Abraham tomó a su hijo sin decírselo a nadie y lo llevó a tres días de camino y cuando llegaron les dijo a los siervos: “Quédense aquí, vamos y volvemos”. Él tenía fe de que iban a volver los dos. Abraham tenía el cuchillo, la leña, y el muchacho preguntó: “Y dónde está el cordero para el sacrificio?” Y su padre le dijo: “Dios proveerá”. Abraham tomó el cuchillo y, cuando iba a sacrificar a su hijo, Dios le dijo: “Detente, no le hagas daño al muchacho, ahora sé que Me amas”.
¿Tiene usted alguna duda de que Abraham amaba a Dios?
¡Obediencia! Lo que yo digo no importa, lo que importa es lo que dice la Palabra, que no fue escrita de cualquier manera. Fue Dios Quien dijo: “Escribe esto en un libro…”
Muchos juegan a ser de Dios, no son verdaderos y no ganan a su familia para Dios por no dar buen testimonio.
Cada uno debe ver por sí mismo si ama a Dios o no. Si usted quiere que Dios haga morada en usted, viva en obediencia a Su Palabra, no en obediencia a la iglesia, sino a la Palabra de Dios. ¡Lo que está escrito es lo correcto y se acabó!
Hace poco hablaba con un cardiólogo y le pregunté si él sabía que lo que está sucediendo está escrito en la Biblia. El coronavirus es una peste y en la Biblia dice que habrá pestes, como esta, que es una enfermedad contagiosa y mortal. Él me respondió que un hombre no habría podido escribir eso. Y le dije que la Biblia fue escrita por hombres inspirados por Dios.
La Biblia no dice “peste”, sino “pestes”, y en eso entran el sida, la gripe, etc. Todo eso está escrito: terremotos, hijos contra padres, padres contra hijos, y el amor de muchos que se enfriará. Antiguamente había respeto, hoy todos hacen lo que les da la gana, si a un transporte sube una persona anciana nadie le da el asiento, los matrimonio no duran, cuando alguien muere, la familia solo quiere saber acerca de la herencia.
Por eso siempre le decimos que lea la Biblia, que adquiera una si no la tiene. Vea lo que dice en Mateo 24:
“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores…”
¿No es esto lo que ocurre hoy?
“Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará…”
Muchas veces somos rechazados, despreciados porque estamos con Jesús. No me diga que cuarenta años atrás el mundo era igual. Pero no se asuste, todo está escrito. ¿Y cómo estar guardado de todo eso? Estando al abrigo de Dios.
“Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo”.
En medio de todos esos males que ocurren, tengo que guardar la fe para tener la Salvación. La persona puede ser un médico, un cardiólogo, pero, pero cuando usted le habla de la Palabra de Dios, eso supera a todo. Usted fue a consultarlo y termina siendo él quien lo consulta.
Mi amiga y mi amigo, obedezca a la Palabra de Dios, no esté apegado ni a un obispo, ni a un pastor, ni a nadie. Solo esté apegado a esta Palabra que contiene Sus Pensamientos, a esta palabra que es la Mente de Dios.
Si usted quiere que el Espíritu Santo descienda sobre usted ahora, dígale. “No quiero más vivir una vida incorrecta. ¡Quiero vivir en obediencia a Tu Palabra!”. Yo le pregunto: ¿Qué felicidad le da esta vida? Ninguna. Lo verdaderamente importante es poder apoyar la cabeza en la almohada y dormir en paz. “Quien no debe no teme”. Hay personas que no tienen paz porque no tienen a Jesús que es el Príncipe de la Paz. Si usted Lo tiene y Él vuelve, con Jesús se va, y si vive con Él, con Jesús está.
Piense en eso.
Dios le bendiga.