El amor y la disciplina deben caminar juntos, los niños necesitan los dos. Si sólo se da amor, el niño es grosero, egoísta y malcriado. Si sólo tiene disciplina el niño va a ser frío y triste, como un robot, hace todo bien, pero no tiene sentimientos.
El amor es esencial para el desarrollo, pero tiene que ir acompañado de normas.
Los padres debe ser firmes en el momento de la reprensión, cumplir su palabra, no mostrar debilidad, para que ellos aprendan a respetar, haz lo que prometiste hacer si tu hijo desobedeció o hizo algo malo, eso es lo que forma el carácter de los niños. Si hablas pero no cumples, él nunca obedecerá, pues sabe que no pasa nada, que no tienes el valor de castigarlo.
Mas también en el momento de dar afecto, no ahorres abrazos y besos, nunca está de más. Los niños que se sienten amados son más seguros de sí mismos y sabrán retribuir sus gestos de cariño y también serán así con los demás.
Tenemos el ejemplo del profeta Elías, por no disciplinar a sus hijos y dejarles hacer todo tipo de irregularidades en la casa de Dios, todos murieron, él usaba su sentimiento de padre y no podía reprenderlos. Eso no ayudó a sus hijos ni tampoco agradó a Dios, y trajo consecuencias desastrosas. (1 Samuel 2)
“La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.” (Proverbio 29:15)
Tania Rubim