“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.”, (Efesios 5:33).
En pocos versículos (del 22 al 33), Pablo revela el secreto para un matrimonio exitoso. Y toda la explicación se resume en dos factores: amor y respeto.
En las discusiones matrimoniales, cuando la esposa exige actitudes que demuestren amor por parte de su marido, normalmente él responde “claro que yo te amo”. De la misma manera, cuando un marido exige más respeto a su esposa, ella se defiende con un “¡pero si yo te respeto!”. En realidad, si las justificaciones fueran verdaderas, no habría exigencias. Si las exigencias son reales, la ausencia de esos factores también es real.
Eso sucede porque, muchas veces, el marido que dice amar a su esposa es el mismo que la pone en el último lugar, que nunca deja lo que le gusta ni su vida de soltero. Y, de manera semejante, la esposa que dice respetar a su marido es la misma que permite la interferencia de los padres en su relación, que toma decisiones por su cuenta y que no da lugar a la opinión de su compañero. No hay correspondencia entre lo que dicen hacer y lo que hacen, entre palabras y acciones. Un concepto muy superficial sobre lo que realmente es el amor y el respeto.
Para quien no está muy familiarizado con el verdadero significado de esas palabras, la Biblia da una explicación y además muestra como ponerlas en práctica:
-Amor: entrega.
“… como Cristo amó a la iglesia, y Se entregó a sí mismo por ella…”, (Efesios 5:25).
-Respeto: sumisión.
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor…”, (Efesios 5:22).
El consejo deja en claro que cada uno, hombre y mujer, tienen su papel, ya que cada uno también tiene sus necesidades. Si los papeles fueren cumplidos, las necesidades serían saciadas.
Amor y respeto. De esas dos palabras, guarde la que usted precisa dar, no la que necesita recibir.
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