Muchas personas están en las iglesias hace algún tiempo, pero no son bautizadas por el Espíritu Santo por no ser excelentes anfitrionas. El significado de anfitrión es: aquel que recibe a personas para eventos o fiestas en su propia casa.
Abraham fue un excelente anfitrión al recibir al Señor y a dos ángeles en su casa, los recibió con reverencia, temor, alegría y se apresuró a servirles de la mejor manera posible, lea Génesis 18:1-8.
Zaqueo era ladrón, odiado por la sociedad de la época, cobrador de impuestos y robaba a los pobres, pero Jesús le hizo un anuncio:
“… Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose Yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y Le recibió gozoso.” Lucas 19:5-6
Imagino que Zaqueo preparó una cena especial, mandó a los siervos a limpiar la casa, la habitación en la que el Señor Jesús iba a dormir, en fin, Lo recibió con excelencia y, al oír la palabra, sacrificó diciendo:
“… He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.” Lucas 19:8-9
Este pasaje me recuerda a los presidiarios que son bautizados en el Espíritu Santo dentro de las mazmorras de nuestro país, en situaciones completamente contrarias a las de muchos que tienen el derecho de ir y venir, cumpliendo la condena de crímenes que cometieron, reciben a Jesús en su casa (su interior) con excelencia, se arrepienten de sus pecados sinceramente, lavan su corazón con la Sangre de Jesús (nuevo nacimiento) y, entonces sí, reciben el Espíritu Santo.
Usted que no fue bautizado en el Espíritu Santo todavía, debe preparar la casa (su interior) primero, limpiar su habitación (corazón), eliminar toda suciedad como mentira, malicia, prostitución, etc. Entonces sí, invite al Altísimo a entrar, y Él entrará en usted y Se quedará para siempre en su vida.
“He aquí, Yo estoy a la puerta, y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él Conmigo.” Apocalipsis 3:20
¡Dios lo bendiga más y más!