Angelina Jolie supuestamente le prohibió a su marido, Brad Pitt, trabajar con ciertas mujeres. Ella le habría dado una lista cuyos nombres incluían a Jennifer Aniston (ex-mujer de Pitt), a Jennifer Lawrence y a Jennifer López. Celos, inseguridad o “Mal de Jennifer”, Jolie parece estar queriendo proteger a su marido, de algo que ella misma conoce muy bien: hombre y mujer que trabajan cerca, corren el riesgo de enamorarse. Jolie confesó que ella y Brad Pitt se enamoraron mientras filmaban “Mr. & Mrs. Smith” en 2004. Brad Pitt aun estaba casado con Jennifer Aniston.
Complicaciones de vida de celebridad aparte, la cuestión concierne a todas las parejas:
¿Es válido prohibirle a su cónyuge tener contacto con ciertas personas del sexo opuesto?
Una rápida conclusión nos dice que si Jennifer Aniston hubiera sufrido del “Mal de Angelina” antes de que Brad Pitt hubiera trabajado con su actual mujer, tal vez seguirían casados hasta hoy. Tal vez.
La verdad irrefutable es que el porcentaje de traiciones y consecuentes divorcios, explotaron cuando las mujeres dejaron de ser simples amas de casa y ocuparon un espacio en el lugar de trabajo junto a los hombres. ¿Quién no ha conocido a alguien que haya tenido un degradante “asunto con la secretaria”? Desde Bill Clinton hasta pastores evangélicos, affairs en el lugar de trabajo es el tipo de traición más común, la cual destruyó muchos matrimonios.
No es difícil entenderlo.
El hombre deja a su mujer en casa y se va a trabajar. En el hogar, él ve a su esposa con todos sus defectos: en los días que su cabello está mal, con aquella camisola, con las chinelas que usa cuando limpia la casa, y en el apogeo de su gloria cuando está con el SPM. Mientras que en el trabajo, encuentra mujeres que están siempre bien vestidas, maquilladas, perfumadas y con su mejor comportamiento (claro que olvida que ellas también tienen SPM, y, probablemente, muchos otros detalles no tan loables cuando están en casa). Ellos pasan ocho horas diarias, en el mismo ambiente – más tiempo despierto de lo que él pasa con su esposa. Conversan solo sobre temas agradables, nunca es aquella conversación pesada de marido y mujer, cuando están discutiendo sobre las cuentas.
¿Puede sorprender que un sentimiento y una atracción comience a desarrollarse entre ambos?
Claro que no todos los hombres traicionan a su mujer en esas circunstancias, y vice-versa. Pero es innegable que la tentación y la oportunidad están allá.
Entonces, volviendo a nuestra pregunta, ¿Es válido prohibirle a su cónyuge tener contacto con ciertas personas del sexo opuesto?
Soy de la opinión que vale todo para blindar su matrimonio. Si usted nota un riesgo, la prudencia ordena prevenir. Y esa prevención puede incluir tener que cortar ciertas amistades o, al menos, disminuir el contacto. Si fuera necesario, incluso, cambiar de empleo – pues es más fácil conseguir otro empleo que tener que lidiar con una traición y un posible divorcio.
Usted no debe confiar tanto en sí mismo, al punto de creer que no va a caer en tentación. Sea honesto. Si usted siente atracción por otra mujer u hombre, y suelen tener contacto, eso está destinado a que no termine bien. Es mejor prevenir. No se arriesgue. Usted sabe si la desconfianza y los celos de su esposa o marido son fundados. Reconózcalo.
Aunque eso no quiere decir, que el cónyuge que sufre celos enfermizos está bien en querer controlar a su compañero sin justa causa. La inseguridad puede generar celos infundados y hacer que la persona imagine lo que no existe. En ese caso, la persona tiene que buscar ayuda para vencer el exceso de celos y limitarse solamente a los celos saludables, que es el celo normal derivado de la relación.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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