¿Quién no se pone ansioso antes de presentar un proyecto a sus superiores en el trabajo, en una entrevista de empleo, al hablar frente a sus compañeros en una clase o en el púlpito de la iglesia, aunque se trate de dar un simple aviso? Unos más, otros menos. También están quienes lo logran con gran facilidad.
Si les pedimos un consejo a varias personas antes de algo así, la probabilidad de que digan “tranquilo”, sería de 10 sobre 10. Pero un estudio realizado por la profesora de administración de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, muestra que no siempre ese consejo es tan eficaz.
Alison Wood Brooks, da clases en el curso de MBA de Harvard Business School. Más específicamente, enseña una disciplina llamada “negociación” – o sea, contacto interpersonal con el objetivo sobre resultados preestablecidos, lo que casi siempre causa ansiedad. Tal vez por experiencia propia, la ejecutiva decidió estudiar cómo influencian las emociones al comportamiento en el trabajo. Una cosa es segura: la joven profesora no enseña en una de las facultades más importantes del planeta porque usó la emoción en lugar de la razón.
Al ver cómo la emoción complica a mucha gente competente, Alison notó que “intentar estar tranquilo” termina generando más estrés, por más contradictorio y gracioso que parezca. Entonces, ¿por qué no usar la inteligencia y transformar la energía de la ansiedad en algo positivo, antes de un acontecimiento importante?
En la investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología (APA, sigla original), Alison sugiere reevaluar la ansiedad y convertirla en motivación. En lugar de que alguien se note ansioso, considerarse animado.
La profesora sugiere que la persona hable consigo misma, con el pensamiento o, incluso, en voz alta. En lugar de pensar o decir “estoy nervioso”, es mejor “estoy entusiasmado”, “estoy animado”.
Según la autora, pensar así, convierte la sensación de amenaza en una sensación de oportunidad. Así, la emoción, con esa práctica, da lugar a una actitud más racional. “Cuando alguien se siente ansioso e intenta tranquilizarse, termina pensando en todo lo que puede salir mal. Cuando alguien se siente entusiasmado, piensa en que las cosas pueden salir bien”, dice Alison, quien lo comprobó, sometiendo a pruebas a alumnos de Harvard y de la comunidad local, cuyos resultados se publicaron en el reconocido Diario de Psicología Experimental de la APA.
¿Tranquilo o animado?
Algunas personas estuvieron a cargo de actividades como hablar en público (un discurso a sus compañeros para convencerlos de que eran buenos compañeros de trabajo). Un grupo pensaría o diría “estoy tranquilo”, y el otro “estoy animado”. El segundo grupo realizó discursos un poco más largos, pero más persuasivos, trasmitiendo una actitud competente – lo que terminó, vean esto, tranquilizándolos más a lo largo del trabajo. Mientras un grupo intentaba convencerse de que estaba más tranquilo, el otro se tranquilizó en la práctica, utilizando la energía de la ansiedad inicial de manera positiva.
En otra experiencia, dos grupos tuvieron que resolver complejos problemas matemáticos (individualmente), después de leer mensajes como “anímese” o “tranquilícese”. Un tercer grupo no leyó ningún mensaje. Los participantes del grupo de “anímese” tuvieron un resultado 8% más positivo que los demás grupos, y sus participantes se notaron más seguros durante la prueba.
En una prueba de karaoke en un videogame que mide la performance basándose en el ritmo, el volumen y la cadencia, además del monitoreo cardíaco, los “cantantes” recibieron la orientación de decirse a sí mismos, aleatoriamente, que estaban ansiosos, animados, tranquilos, enojados o tristes. Los que se dijeron animados, lograron una precisión de aproximadamente un 80%. El resultado fue del 69% para los tranquilos, enojados o tristes, mientras que los ansiosos alcanzaron apenas el 53%.
Es muy diferente convertir la energía que ya existe, en lugar de gastar energía extra para intentar tranquilizarse; lo que puede quitar la concentración de la situación que continuará haciendo (la reunión, entrevista o presentación). Con el tiempo, la propia mentalidad del individuo cambia a esa forma, ante situaciones importantes. Requiere práctica.
Además, este consejo es muy antiguo y fue dado por alguien con gran sabiduría:
“La congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra.” Proverbios 12:25
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