Con respecto a la invasión de los seres espirituales de las tinieblas en la Tierra, no quedará ni un mínimo espacio en el planeta que no esté ocupado por los demonios.
Entonces, ¿Cuáles serán las consecuencias de esta ocupación infernal en la Tierra? Bien, nosotros podemos tener una vaga idea sobre esto, observando la situación actual. En todas las naciones del mundo, especialmente en las grandes metrópolis, donde la multitud de personas se concentra, se ve el principio del caos.
Los valores morales de la familia están decayendo hacia la inmoralidad y la falta de respeto. Si un número incontable de padres ha abusado sexualmente de sus propios hijos, aun en la edad de la inocencia, entonces, ¿qué es lo que sucede fuera del techo familiar?
Se suman a esto, el intenso consumo de drogas, incluyendo las bebidas alcohólicas, los juegos de azar, la prostitución, la homosexualidad, el adulterio, el robo, los homicidios, en fin, todo tipo de violencia y corrupción del género humano.
¡Y todo eso bajo la dirección solamente de algunas legiones de demonios! ¡Imagínese cuando todo el infierno esté ocupando la Tierra! No sabemos definir exactamente lo que era la sociedad antes del diluvio, a no ser por la resumida información dada por la Biblia, y las palabras del Señor Jesús refiriéndose a aquel período:
“Y vio el Señor que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y Se arrepintió el Señor de haber hecho hombre en la tierra, y Le dolió en Su corazón. Y dijo el Señor: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues Me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos del Señor. Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé. Y engendró Noé tres hijos: a Sem, a Cam y a Jafet. Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.” (Génesis 6:5-12).
“Más como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.” (Mateo 24:37-39).
No creemos que aquellos días hayan sido peores que los de hoy, ¡muy por el contrario! Los días actuales son mucho más adversos a Dios que en aquellos días, cuando vino el diluvio.
Imagínese, entonces, ¡lo que vendrá sobre este mundo tenebroso! Pero Dios, en Su paciencia y compasión, ha soportado toda la perversidad humana a causa de Sus escogidos, que aún habitan en la Tierra.
Sin embargo, con la partida del Espíritu Santo de este mundo y el arrebatamiento de la iglesia, ya no habrá más motivo que impida que los juicios de la Gran Tribulación se cumplan.
Cualquier persona que compare los acontecimientos actuales con las Sagradas Escrituras, enseguida llega a la conclusión de que el Señor Jesús está a las puertas, ya que nunca se vio tanta promiscuidad, tanta suciedad, tanta corrupción, tanta violencia.
El sentido moral y espiritual de la familia se ha deteriorado de tal manera que lo correcto y lo equivocado se confunden en la sociedad mundana. Y la degradación moral de la sociedad es solo el reflejo de la espiritual, ya que la inmoralidad también esta acentuada dentro de la propia iglesia que se dice ser cristiana.
Y el carácter corrupto de la supuesta iglesia cristiana ha colaborado para reforzar la promiscuidad fuera de ella. Sobre esto el salmista se lamentó diciendo:
“Oh Dios, vinieron las naciones a Tu heredad; han profanado Tu santo templo;
Redujeron a Jerusalén a escombros. Dieron los cuerpos de Tus siervos por comida a las aves de los cielos, la carne de Tus santos a las bestias de la tierra. Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén, y no hubo quien los enterrase.” (Salmos 79:1-3).
Pero gracias a Dios que el resurgimiento de la nación de Israel, en 1948, fue la primera gran señal del regreso de nuestro Señor Jesús, como Él mismo dijo:
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.” (Mateo 24:32-33).
¿Qué es la higuera sino el símbolo del pueblo de Israel? El profeta Oseas dijo: “Como uvas en el desierto hallé a Israel; como la fruta temprana de la higuera en su principio vi a vuestros padres. Ellos acudieron a Baal-peor, se apartaron para vergüenza, y se hicieron abominables como aquello que amaron.” (Oseas 9:10).
En la parábola de la higuera, el Señor Jesús hace clara mención de que el “verano”, o sea, el calor del juicio de Dios, está cerca, pues el tema que Él estaba tratando se refería a la Gran Tribulación.
Si, esta Tierra se incendiará y toda la lujuria, la opulencia y el engaño de la Babilonia religiosa, política y económica tienen sus días contados.
Compruebe, en el capítulo 18 del Apocalipsis, que ningún detalle fue olvidado. Esta es la razón por la cual el apóstol Juan escribió:
“Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo Mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios Se ha acordado de sus maldades.” (Apocalipsis 18:4-5).
No podemos ni debemos omitir o pasar de largo delante de esta advertencia profética. Es necesario que haya un examen honesto y sincero de nuestro corazón, para comprobar si él forma parte de este mundo religioso babilónico.
(*) Parte retirada del libro “Estudio del Apocalipsis”, del obispo Edir Macedo.
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