“Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que Soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Mateo 11:28-29
Las palabras del Señor Jesús dejan bien claro que el alivio necesario para los cansados y oprimidos es concedido en el mismo momento. Pero el descanso (Salvación) del alma, depende de lo que aprendemos con nuestro Salvador.
Nuestros padres y profesores nos enseñaron casi todo en la vida, desde los primeros pasos hasta nuestras decisiones. Todo eso exigió mucho tiempo, no fue de la noche a la mañana. Y, aún hoy, siempre estamos aprendiendo.
Tratándose de la Salvación del alma, no hay inmediatismo, salvo que se muera inmediatamente después de aceptar al Señor Jesús como único Salvador. Pero para nosotros, los vivos, es necesario “aprender de Él”. Y eso requiere tiempo, paciencia, perseverancia y la práctica constante de la Palabra como prueba de lo aprendido.
“Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es Mía, sino de Aquel que Me envió.” Juan 7:16