Los niños pueden ser mucho más sorprendentes de lo que los adultos imaginan. Un estudio publicado por la prestigiosa revista científica Current biology, muestra que, entre los 3 y 5 años, los pequeños tienen un alto nivel de preocupación con los otros y el sentido intuitivo de justicia.
Según la investigación, en esta etapa los pequeños prefieren devolver cosas perdidas a los dueños del objeto, antes que castigar a quien los agarró. Ellos también impiden que terceros tomen posesión de algo que no les pertenece. Eso demuestra que son justos y que ya en esa edad entienden el daño causado a la víctima cuando notan algo que está mal. Los niños actúan con los otros de la misma forma como cuidan sus propias cosas.
El justo y el perverso
El sentido de justicia, por ejemplo, además de ser digno de alguien virtuoso, es bíblico. En el capítulo 10 de Proverbios, Salomón hace una lista con una especie de características que diferencian al justo del perverso, aquel que teme a Dios de aquel que Lo desprecia. El rey dice que la persona sabia también es justa, respeta a los padres, teme a Dios y se comporta educadamente, de forma que no agrede a nadie con sus palabras.
Por eso es tan importante acompañar el proceso de aprendizaje incluso en la etapa preescolar (entre los 3 y 5 años), edad que tenían los niños de la investigación. Desde muy temprano, los pequeños tienen la capacidad para aprender valores y desarrollar gestos como hombres y mujeres de Dios. El papel de los familiares y, cuando está, el de los educadores, es muy precioso en este momento del desarrollo de los niños.
Como Dios lidia con sus hijos
Así como Moisés recibió de Dios las leyes para orientar al pueblo de Israel cuando salió de Egipto, los padres y las madres deben, aún en casa, designar normas para acompañar el desarrollo de los pequeños. El ejemplo de cómo Dios lidia con sus hijos muestra que no se debe esperar que ellos crezcan para presentar la importancia de la fe e iniciar el estudio bíblico. Lo ideal es que, desde temprano, ellos aprendan enseñanzas bíblicas, morales y espirituales.
Las actitudes de los padres y el buen ejemplo son esenciales en ese aprendizaje. Cree situaciones de aprendizaje en actividades dentro y fuera de esta casa. Estando con la familia de cerca, el niño desarrolla confianza y capacidad de actuar, y reaccionar delante de los estímulos, incluyendo los de lectura y comprensión de texto.
Lea historias de la Biblia a su hijo – hay libros específicos para los niños. Despierte en él la curiosidad de querer saber más sobre los personajes, las costumbres de la época, los lugares donde las historias pasaron y, principalmente, como ellos actuaron, la fe, los valores y la obediencia a Dios.
Al inicio o al final de cada lectura, ore con su hijo. La oración es una conversación directa con Dios. Es en ella que usted se alinea con Su voluntad. Sin oración el estudio de la Biblia es solo una lectura más de cualquier libro. Orando y estudiando, usted y el niño se desarrollarán espiritualmente.
En buenas manos
Usted no tiene que preocuparse en descuidar la educación de su hijo mientras está en una reunión en la Universal. La Escuela Bíblica Infanto-Juvenil (EBI) es un trabajo especial, realizado en todo el mundo, con niños desde 0 a 11 años. En la EBI, los pequeños reciben una Palabra de fe y cuidados básicos planeados según la edad. Ingrese aquí y sepa más sobre el trabajo de la EBI en su ciudad o país.
[related_posts limit=”17″]