¡Hay una alerta constante! Ante todo lo que está sucediendo en el mundo, no hay más tiempo que perder y lo que está en riesgo es lo más valioso que tenés
Naciones están atacando a otras, hambruna en diferentes lugares, enfermedades contagiosas, terremotos y huracanes forman parte de los noticieros de hoy, pero el anuncio de lo que sucedería lo hizo el Señor Jesús hace dos mil años, y nos dejó la siguiente alerta en Mateo 24:25:
«Ved que os lo he dicho de antemano». Mateo 24:25
De hecho, lo que se predijo está sucediendo, y cada vez con más intensidad, en los últimos 124 años. Las guerras en Europa del Este y el Oriente Medio, las tensiones en todos los continentes y los rumores de eclosión de la Tercera Guerra Mundial no son simples rumores. Hace poco salimos de la pandemia del Covid-19 y amenazas de nuevas pandemias causadas por otros virus surgen por ahí, además de las catástrofes generadas por los incendios forestales e inundaciones, como nunca visto. Pero ¿por qué Jesús nos alertaría sobre esos sucesos con anticipación? ¿Acaso su preocupación era solo para que nos preparásemos adecuadamente para pasar por estas situaciones y creáramos maneras de evitarlas? La respuesta a estas preguntas es no. Lo que Jesús hizo fue darnos claras señales de lo que sucedería cuando este mundo estuviera caminando hacia el fin, lo más importante, cuando sería Su regreso. Al alertarnos con estas señales, Él nos convoca a la única actitud necesaria para el que quiere ser salvo: el arrepentimiento.
Tal vez, te preguntás: “¿Arrepentimiento de qué?”. Bien, de todo lo que hacés y contraría la Palabra de Dios. Puede ser que se te haya venido a la mente todos los errores y las decisiones de las que deberías arrepentirte. También puede ser que formes parte del grupo de personas que, con orgullo, afirman que no se arrepienten de nada en la vida ni de los errores que cometieron. Lo que muchas personas no saben es que, si siguen así, muy pronto este será su mayor arrepentimiento.
Otro grupo de personas son las que se culpan por tantas cosas que incluso dicen que si el arrepentimiento matara ya estarían muertas. Además, llevan consigo el peso de las malas decisiones, como si no supieran qué hacer con estas. No se perdonan ni se sienten perdonadas, pero, en realidad, lo que sienten es remordimiento, porque el arrepentimiento es una actitud que sí mata, pero a la vieja criatura. Es a partir de ese momento que somos conducidos a una nueva vida, no solo cuando estamos vivos en este mundo, sino luego de la muerte y por toda la eternidad.
Es necesario arrepentirse
El aviso es claro: es momento de arrepentirse y creer en la Palabra de Dios. Esta no es una conversación evangélica, como muchos dicen, sino que es una orden del Señor Jesús que, cuando comenzó a predicar en Su ministerio, dijo, como está escrito en Mateo 4:17:
“… Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos se ha acercado”. Mateo 4:17
La misma frase la dijo Juan el Bautista cuando predicaba en el desierto (podés leerlo en Mateo 3:2). Sin embargo, es necesario comprender que el arrepentimiento que conduce a la Salvación del alma, sobre todo, de la conciencia de que estás perdido y que necesitás un salvador, es Jesucristo. Es decir, si no hay reconocimiento del pecado, tampoco habrá arrepentimiento. Dios no acepta un cambio superficial, sino una verdadera conversión en lo más íntimo de cada persona.
Es por lo que el arrepentimiento es muy diferente al remordimiento, porque el arrepentimiento consiste en abandonar el pecado y en sentir una profunda tristeza por haberlo cometido; y el remordimiento es un sentimiento de malestar en la conciencia que, cuando este pasa, la persona vuelve a cometer los mismos pecados.
Además de arrepentirte, es necesario que produzcas frutos dignos de arrepentimiento, que son el resultado de un nuevo carácter. En otras palabras, si robabas, ahora ya no robás más, si mentías, ahora ya no mentís más, si fornicabas, ahora ya no fornicás más, y así sucesivamente; es decir, ahora vivís una vida correcta y digna.
No lo postergues más
El fin está cerca. Dentro de poco, el Señor Jesús volverá y todos, indistintamente, creyendo o no, estarán delante de Él para rendir cuentas de sus obras, tanto las buenas como las malas. Los que estén arrepentidos de sus malos caminos y Lo eligieron su Señor tendrán el “historial limpio” delante de Dios, como está escrito en Hechos 3:19-20:
“Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor, y Él envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para vosotros…”. Hechos 3:19-20
No postergues más esta decisión. Mantenete siempre en alerta, porque, además de que el mundo camine hacia el fin, el hecho es que no sabemos el momento en el que moriremos.