¿Ya ha pensado en lo que su felicidad puede causar en las demás personas, principalmente en aquellas más cercanas a usted y que se hacen llamar “amigas”?
Es natural que pensemos que la reacción de los demás siempre será de alegría por nuestras realizaciones. Pero, lamentablemente, eso no es una regla.
En Indonesia, Jessica Kumala Wongso, de 28 años, fue condenada a 20 años de prisión por envenenar y matar a su amiga Wayan Mirna Salihim, de 27 años. El crimen ocurrió a principios de este año, pero solo ahora se dio a conocer la sentencia. Según testigos, la asesina había dicho y expresado que tenía envidia de su amiga por el hecho de ser “muy feliz”.
En el momento en el que fue detenida, Jéssica dijo que, al ser abandonada por su novio y al ver a su amiga casada y feliz, “algo” se disparó dentro de ella. La hermana de la víctima contó que siempre vio extraño el comportamiento de Jéssica; el padre de la joven pensaba que ella podría hacer algo en contra de su hija. Él le llegó a pedir a Wayan que dejara de andar con Jéssica, pero después pensó que solo era una sensación paterna sin fundamento.
Pero, ¿cómo detectar el mal cuando las personas involucradas son tan cercanas?
Los daños de la envidia
En la Biblia leemos la historia de José, que vivió un cambio en su vida de la noche a la mañana debido a ese sentimiento tan nocivo. Sus propios hermanos no soportaban ver la preferencia del padre por el hijo más joven y conspiraron contra la vida de José. Al principio, la idea era matarlo, pero concordaron que el muchacho fuera vendido como esclavo.
Al final, todo el mal causado por sus hermanos cooperó para que los planes de Dios se realicen en la vida de José. Pero no siempre es así. Cuando no hay protección Divina, el final es de tristeza y dolor:
“Cruel es la ira, e impetuoso el furor; mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?” (Proverbios 27:4)
Nunca sabremos quién está planeando el mal contra nosotros, pero algunas conductas pueden indicar que una amistad debe mantenerse lejos para nuestro bien.
La escritora Patricia Lages explica, en su blog, que por tratarse de una relación que involucra sentimientos, muchas veces es difícil que la persona identifique si una amistad le está haciendo mal. “No piense que usted tiene que tolerar o aceptar todo lo que un/a amigo/a hace solo porque él/ella es su amigo/a o porque un día le ayudó en un momento difícil, o también porque usted tiene buenos sentimientos por él/ella”, destaca.
La escritora da algunos consejos para identificar a esas amistades tóxicas, a partir de un pasaje bíblico que enseña sobre las cosas que el propio Dios odia y abomina:
“Seis cosas aborrece el Señor, y aun siete Le son abominables: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies que corren presurosos al mal, el testigo falso, que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.” (Proverbios 6:16-19)
Patricia orienta que cualquier persona que presenta una o todas esas conductas debe, con cuidado, ser advertida. Si hubiere un cambio, la amistad se puede mantener, pero si la reacción de la persona es volverse en su contra, mantener distancia es lo más prudente que se puede hacer.
Y para finalizar la escritora da un consejo importante: “Si varias personas le están advirtiendo sobre una mala amistad, busque analizar objetivamente, sin involucrar sentimientos. A veces, el afecto que usted tiene hacia esa persona la ha cegado y ocultado de su percepción el mal que ella le está causando. Manténgase alerta, porque donde hay humo, hay fuego.”
El propósito de este artículo no es hacer que usted que está leyéndolo desconfíe de todo y de todos. La Palabra de Dios nos enseña a mantener los buenos ojos, siempre. Y somos los mayores beneficiados cuando actuamos así (Mateo 6:22). Sin embargo, la misma Palabra que nos habla de los buenos ojos, nos enseña el equilibrio contenido en la prudencia.
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