La iglesia del Señor estos últimos días, de un modo general, es la iglesia de la ostentación material, pero de desgracia espiritual. Es poderosa política y económicamente, pero pobre, miserable, ciega y desnuda espiritualmente.
La nube de doctrinas satánicas que ha abrazado y ha anunciado muestra claramente su condición de calamidad. Esas doctrinas han sido un anzuelo del diablo para la semilla pentecostal.
De la misma manera el ecumenismo, que busca atar, a través de una alianza, a todas las religiones. Montado en el caballo blanco, el anticristo ha salido por el mundo, pregonando la unión entre todas las religiones.
Solo que esta unión no es nada más que una armazón satánica para aislar y etiquetar de rebeldes y herejes a los que perseveran en guardar la Palabra del Señor Jesús, como si fuese una nueva inquisición.
Lamentablemente, muchos evangélicos, que ya perdieron totalmente la visión de la voluntad de Dios, han caído en la trampa, uniéndose a los enemigos de la cruz, en un plan astutamente planeado por el diablo, en un intento de destruir totalmente la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo.
¡Así ha sido la Iglesia estos últimos días, comprometida con las tinieblas, en nombre de una supuesta paz universal!
La revelación de forma tríplice que el Señor Jesucristo hace de Sí mismo a la iglesia en Laodicea es la siguiente: “… He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios dice esto” (Apocalipsis 3:14).
Veamos:
Primera: “… He aquí el Amén…” –durante Su ministerio terrenal, el Señor Jesús nunca hizo tal afirmación. Pero ahora, después de haber resucitado y de haber sido exaltado por Su propio Padre, Él tiene la autoridad de revelarse como el “Amén” personificado.
El Espíritu Santo ya le había revelado esta condición de Hijo al apóstol Pablo, al decir: “…porque todas las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” (2 Corintios 1:20)
¡El Señor Jesús es el Amén! Entre Él y Su Palabra no existe ningún abismo, no hay fronteras, ni barreras: “Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Números 23:19)
Por lo tanto, ¡el Señor Jesús es el “Así Sea” en Persona! Cualquiera que dude de la Palabra de Dios, duda de la Persona del Señor Jesús. Y cualquiera que agregue, sustraiga, una palabra de la Biblia, hiere a la Persona del Señor Jesús. Además de esto, la palabra “amén” no solo significa “así sea”, sino que también es un juramento.
Segunda: “… el testigo fiel y verdadero…” – El Señor Jesús es el Testigo fiel y verdadero porque vino a ser, en la cruz del Calvario, el cumplimiento del juramento de Dios por Sí mismo, como está escrito: “…no pudiendo jurar por otro mayor, juró por Sí mismo…” (Hebreos 6:13)
Es por eso que Él tiene el derecho de ser el Testigo fiel y verdadero, teniendo en vista que fue Él mismo el Cordero Sacrificial. El Amén, que personifica el juramento que Él mismo cumplió en el Calvario, debe despertar a la iglesia de Laodicea, que está tibia.
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