“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios. Nicodemo Le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.” Juan 3:3-5
Basados en este diálogo entre Jesús y Nicodemo, podemos concluir que los que son nacidos de Dios no solo entrarán en el Reino de Dios, sino que también Lo verán.
La diferencia entre ver y entrar en el Reino de Dios
Muchas personas confunden el Reino de Dios con el Reino de los Cielos, sin embargo, son dos cosas diferentes. El Reino de Dios empieza aquí en la Tierra, en la vida de los que se someten a Su voluntad. Cuando usted pertenece al Reino de Dios, la voluntad de Él se realiza en su vida.
Pero, ¿cómo ver un reino que es espiritual?
Eso solo es posible con los ojos espirituales. Por lo tanto, muchos que un día pudieron verlo, hoy ya no pueden.
Así como algunas personas, a medida que envejecen, van perdiendo la visión física, muchas, con el pasar del tiempo, pierden la visión espiritual y, de esta manera, cambian su manera de ver las cosas.
Cuando se entregaron a Dios, veían todas las cosas con ojos espirituales y entendían que, independientemente de lo que sucediera, de los problemas que enfrentaran, todo cooperaría para su propio bien. Porque, si Dios lo estaba permitiendo, era para su propio crecimiento y para su propia madurez espiritual.
Perdiendo la visión espiritual
Sin embargo, con el pasar del tiempo, permitieron que las dificultades, las injusticias, los malos ejemplos y determinadas situaciones afectaran su visión espiritual y, hoy, no logran ver nada con buenos ojos.
Por eso, si algo sucede, ellas se molestan, se enojan y se ofenden. Porque todo lo que ven es la acción del hombre y, si no están bien espiritualmente, no piden ayuda por miedo de lo que pueden perder. Eso muestra que ya no tienen la convicción de que sus vidas están en las manos de Dios, de que es Él quien está en el control de todo.
No obstante, cuando una persona es nacida de Dios, ve a Dios en todo. Ella sabe que nada sucede sin el permiso de Dios y si Él permitió que pasara por una determinada situación es porque había un propósito. Porque Dios permite algunas situaciones para moldearnos y acercarnos a Él.
¿Cómo reacciona?
¿Cómo ha reaccionado delante de los problemas y de las dificultades? ¿Usted logra ver a Dios o solo la palabra de muerte que escuchó de una determinada persona?
¿Recuerda como Sadrac, Mesac y Abed-nego reaccionaron ante las amenazas de ser lanzados en la hornalla de fuego? Ellos tenían esa visión espiritual, por eso, no retrocedieron ni negaron la fe. Al contrario, enfrentaron y confiaron en que Dios estaba en el control de sus vidas y que, por lo tanto, si quisiera, podría librarlos. (Daniel 3:16-18)
Dios no los libró de la hornalla, los libró dentro de ella, de modo que el fuego no tuvo poder sobre ellos. La Biblia dice que ni un hilo de sus cabellos se quemó.
¿Qué significa esto? Que cuando Dios permite que pasemos por determinadas situaciones es para enseñarnos, moldearnos, hacernos madurar y crecer, a fin de bendecirnos con algo mucho más grande y, así, glorificar Su nombre en nuestras vidas, como sucedió con esos hombres y tantos otros que la Biblia relata.
¿Cuántas personas, a causa de una dificultad, tuvieron la oportunidad de acercarse más a Dios? Otras, sin embargo, se quedaron traumatizadas y abandonaron la fe. Cuando usted es nacido de Dios, esa situación no lo traumatiza, sino que lo hace crecer. El fuego no lo quema, lo convierte en alguien mejor.
Alerta espiritual
Por esta razón, abra sus ojos espirituales para que los ojos carnales se cierren. Porque, si usted pierde la visión espiritual, dejará de ver el Reino de Dios y, consecuentemente, dejará de formar parte de él.
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