El consumo de medicamentos que regulan los estados de ánimo es cada vez más común en una sociedad en la que el hombre natural no logra por sus propios medios auto dominarse y manejar así las situaciones que vive en la vida cotidiana. Las luchas que enfrenta, la tensión constante en la que trabaja o se mueve en general.
La gente parece estar usando más los medicamentos que la cabeza para encontrar soluciones. Miles y miles de personas de todas las edades y clases sociales, confiesan el consumo de pastillas destinadas a poder dormir, a buscar un poco de calma, a superar el estrés de la vida sentimental, a enfrentar la presión que le generan sus responsabilidades familiares, a la auto exigencia personal o la incertidumbre económica. Los motivos sobreabundan. Cada uno va respondiendo a los peligros emocionales de cada día con su propia droga para regular lo que debería poder manejar sin la ayuda de medicación, pero confiesa no poder hacerlo.
Restablecer el equilibrio emocional perdido parece ser un objetivo común. Y las personas establecen una dependencia cada vez más fuerte a la dosis mágica que los devuelve a la normalidad. Es como si la vida dependiera de la eficacia química de una pastilla.
En casos extremos, muchas veces “sale el tiro por la culata”, y terminan internados o muertos debido al mal uso o abuso de medicamentos, que provoca 100 mil internaciones y alrededor de 22 mil muertes por año, en especial en mayores de 65 años.
Lo cierto es que, cada vez más, la gente toma medicamentos recomendados por amigos, vecinos y la mayoría no considera riesgoso automedicarse. Llegan a pensar que sin la ayuda de las pastillas no tienen capacidad de respuesta ante las exigencias personales y sociales y buscan soluciones inmediatas. Pero lo grave de este tema es que lo que la medicación da en general es la posibilidad de soportar la situación y no la de solucionarla.
Solo existe una manera de solucionar de verdad cualquier situación, sea del origen o intensidad que sea, y es enfrentarla con fe. Se necesitan para esto condiciones que el hombre natural no posee, pero que puede poseer sin recurrir a ningún tipo de producto químico. Es una ayuda que provoca respuestas sobrenaturales a situaciones que parecen no tener solución.
Los héroes de la Biblia tuvieron que enfrentar situaciones mucho más difíciles con menos recursos y vencieron. Y su ayuda no fue química, sino sobrenatural.
Si usted quiere conseguir esa ayuda, venga a aprender cómo lograrla y vencer siempre sin necesidad de medicamentos, encuentre una iglesia más cercana a su domicilio ingresando: a http://universal.org.ar/direcciones
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