Oiga lo que el Espíritu dice:
Como pastor apacentará Su rebaño; en Su brazo llevará los corderos, y en Su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas. ¿Quién midió las aguas con el hueco de Su mano y los cielos con Su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la Tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al Espíritu del Señor, o Le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién Le enseñó el camino del juicio, o Le enseñó ciencia, o Le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones Le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas Le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de Él; y en Su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen Le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el platero Le extiende el oro y Le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que Le haga una imagen de talla que no se mueva. ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? Él está sentado sobre el círculo de la Tierra, cuyos moradores son como langostas; Él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. Él convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la Tierra hace como cosa vana. Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. ¿A qué, pues, Me haréis semejante o Me compararéis? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad Quién creó estas cosas; Él saca y cuenta Su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de Su fuerza, y el poder de Su dominio. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido del Señor, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es el Señor, el cual creó los confines de la Tierra? No desfallece, ni Se fatiga con cansancio, y Su entendimiento no hay quien lo alcance.
Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40:11-31
¿Es posible tener libre acceso a los manantiales del Agua Viva y, aun así, beber de un cuentagotas?
¿Es posible tener acceso al SEÑOR Todopoderoso y vivir de migajas?
¿Tiene sentido creer en el Único Soberano Señor de los Cielos, de la Tierra y de todo el Infinito y vivir una vidita mediocre y miserable?
¡No! ¡No tiene ningún sentido!
¿Qué me falta, entonces? Dice usted.
Mi amiga y mi amigo, falta su entrega total.
Si Dios no nos da Su Espíritu por medida, ¿cómo Le daremos una parte de nuestro ser?
Dios no da el Espíritu por medida. Juan 3:34
La razón de que la persona no reciba el Espíritu Santo no es que sea pecadora o que no merezca, sino la falta de la entrega total.
Solo eso.
Jesús enseña:
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Lucas 6:38
¿Acaso es difícil entender que somos medidos de acuerdo con lo que damos? O sea, de la forma en la que demos, también recibiremos de vuelta.
Por eso, quien quiera recibir la plenitud del Espíritu tiene que ofrecer todo de sí mismo.
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Comentarios
Gertrude Cardoso
¡Buen día!
No soy muy buena con las palabras, pero quiero relatar cómo Dios habló conmigo, ahora a las 6, con su ayuda en la Palabra Amiga. Concurro hace muchos años a la Universal. Como dije, “concurro”. Dejé de hacer muchas cosas malas y comencé a ser diezmista, a hacer mis votos, a estar los domingos y los miércoles, y a oír de las personas que cambié, que incluso parezco otra persona, incluso el modo como me visto hoy.
Con todo ese cambio, todavía vivía de altos y bajos dentro de la iglesia.
Aun así, no aceptaba ser SIMPLEMENTE UNA PERSONA QUE CONCURRE.
Hoy logré ver que para seguir al SEÑOR JESÚS es necesario hacer lo que Zaqueo hizo. Yo quiero VER A JESÚS.
Hablé con JESÚS como nunca había hablado.
No Le pedí el Espíritu Santo, sino Su misericordia por haber estado tanto tiempo oyendo Su Palabra y no haber una entrega en quererlo VER. Sé que Él me oyó y me dio la certeza para continuar cavando mi pozo para buscar el AGUA VIVA.
Gracias mi Dios y mi Señor. También gracias al obispo Macedo.
* * *
Miguel Saene
Buen día, obispo Macedo.
Me llamo Miguel y soy mozambiqueño de la iglesia-sede de Maputo – Cenáculo Mayor, y vivo en la ciudad de Maputo.
Durante mucho tiempo viví engañándome a mí mismo; y no fue poco tiempo.
Fueron 5 años en la IURD y nada cambiaba en mi vida.
Obtuve un rápido conocimiento de la Palabra de Dios y aun así nada. No tenía interés en andar con el Altísimo y era perezoso mental para meditar en Su Palabra.
Quedé en la miseria en todos los aspectos estando dentro de la iglesia, e incluso llegué a vivir en la calle. Yo, que llegué a ser un gran ejemplo de alumno en mi escuela y en la zona donde viví. Pero mi vida no andaba con Dios. Visto que miserable fui llamado y miserable permanecí. ¡No entendía cómo alguien con un mínimo de discernimiento podía retroceder tanto!
La respuesta vino con este Ayuno de Daniel, pues ya veo la mano de Dios moviéndose a mi favor, lo que antes no sucedía e incluso creía que Dios no quería saber más de mí. Pero ahora que decidí buscarlo, ya veo Su favor.
Por las luchas que estoy enfrentando ahora, sé decir que estoy en el camino del bautismo con el Santo Espíritu de Dios.
Le agradezco al Señor Jesús por la longanimidad y la benevolencia para conmigo porque no Lo merezco. Gracias al obispo Macedo y a los demás hombres de Dios en Maputo, en Mozambique y en el mundo, por la disposición de ser usados
por el Señor porque yo que no soy nada fui alcanzado.
Que Dios los bendiga abundantemente en el nombre del Señor Jesús que también pasa a ser mi Señor.
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Nathalia
Hola obispo, yo fui criada desde pequeña en la Universal, pero al crecer mis padres se alejaron y por eso estuvimos años lejos de la presencia de Dios.
En ese tiempo mi padre tuvo un ACV (Accidente Cardiovascular), y rápidamente comenzó el cáncer. Una obrera invitó a mi hermana (actual obrera) a la FJU. Mi hermana se afirmó, enseguida mi madre, después mi padre y luego terminé yendo también.
Pero yo no iba por Dios, iba por la voluntad de mis padres, porque ellos insistían, hasta que ellos se afirmaron, y yo me alejé completamente.
Mi vida estaba siendo un infierno, pues mi padre con cáncer, yo con convulsiones, y aún así, el orgullo estaba presente dentro de mí. Idolatraba a cantantes, daba mi vida para ir detrás de ellos, y para buscar a Dios, no hacía ningún esfuerzo.
Decía que jamás volvería a la Universal, que yo era feliz. Pero no lo era, obispo. Conforme a que mi padre empeoraba, yo me ponía mal, él estaba meses internado, y yo con convulsiones, sola en mi casa con mi hermana, ella iba a la iglesia y yo no, me quedaba en casa sin hacer nada y después iba a la escuela.
Y sucedió que mi padre volvió a mi casa, ya más debilitado por los tratamientos.
Los obreros vinieron a bautizarlo en casa, fue lindo de verlo obispo.
Incluso los obreros, obreras, esposas de pastores, me visitaban y me llamaban para que fuera a la iglesia, y yo los trataba mal, con orgullo por encima de todo.
Comencé a ver arañas en mi cuerpo, incluso cuando no las tenía, yo las veía, hasta que un pastor me vino a visitar y dijo que yo estaba mal espiritualmente y que Dios tenía los brazos abiertos para mí.
Fue el fin obispo, yo me rebelé y trataba mal a todos, realmente a todos.
Las crisis aumentaron, incluso con los medicamentos, mi padre empeoró. Así, meses después, sucedió que mi padre fue internado por última vez, y yo comencé a cortarme porque lo creía bueno.
Fui entrando en la fosa.
Después vino el fallecimiento de él, que fue el fin, pues yo no lo soporté.
Mientras la familia estaba en la iglesia, yo lloraba en casa, y “conversaba” con él.
Y así un núcleo de oración comenzó en mi casa, yo me escondía en el cuarto pues no quería participar de aquello.
Pero Dios me llamaba, y fue mayor que yo, y comencé a participar, volví a la iglesia, definitivamente.
Me agarré a Dios obispo, creía que si buscaba a Dios iba a ser curada de las crisis que aún estaba teniendo.
Llegué en el Ayuno de Daniel, que estaba comenzando y, actuando por la emoción, lo quise hacer a mi manera.
Dentro de la iglesia tenía malos ojos, comencé a pensar en alejarme y las crisis que habían cesado volvieron.
Nunca manifesté, y no me sentía mal en las reuniones, a veces tenía escalofríos, pero enseguida cesaban.
Yo estaba alejada estando dentro de la iglesia, porque para mí, Dios no me quería, Dios no me escuchaba. Quería servirlo, pero tan solo hacía mi voluntad.
La semana pasada fue el “alto”, pues estaba haciendo nuevamente el ayuno a mi manera, hasta que paré y pensé:
“¿Adónde me llevará esto? Hacer las cosas a mi manera y querer que Dios me mire.”
Y comencé a sacrificar, principalmente renuncié a las series a las que era adicta. Hoy, ya no me hacen falta.
El miércoles durante la búsqueda obispo, me humillé ante Dios, Le pedí que me lavara, porque quería conocer al Dios que todos conocen menos yo.
Obispo, ¡una alegría se apoderó de mi alma que estaba afligida hacía años! ¡Una paz que nada es capaz de proporcionar a no ser Dios!
Obispo, yo lloraba sonriendo, ya era un llanto de felicidad, no quería que terminase más, quería continuar alabando, adorando a Dios, gagueaba, se me mezclaban las palabras, ¡ni yo entendía lo que decía!
¡Ah, obispo, este Ayuno me está haciendo un bien grandioso, pues hasta ahora estoy sonriendo, estoy en paz, antes tenía inseguridades, dudas, ahora son tan solo certezas, certeza de la salvación, del Espíritu Santo, de mi cura, y solo sé que quiero cada vez más de Dios en mí obispo!
¡Ríos de Agua viva fluyen dentro de mí!
¡Siento una voluntad, un fuego dentro de mí, de llevar a las almas lo que siento, lo que pasa dentro de mi alma!
Gracias, obispo.
¡Que el Señor Dios continúe bendiciéndolo cada vez más a usted y a su familia!
Y todos los que continúan buscando, ¡no desistan!, pues Dios está atento, Él solo quiere que cabemos más hondo el pozo, pues yo encontré mi Tesoro, este Tesoro, ¡es algo inexplicable!
* * *
Christiano Vasconcelos
Hola obispo, ¡buenas noches!
Como usted dijo en este mensaje, muchas veces nos cuidamos de los de afuera, pero a los de cerca los dejamos entrar en nuestras vidas.
Estuve como pastor durante ocho años y siempre fui muy dedicado en la Obra. Desde que era obrero siempre daba lo mejor de mí.
Entonces el tiempo pasó
Yo no vigilé, le presté atención al espíritu de la muerte en vez de oír al Espíritu de la vida.
Como era muy activo siempre venía otro hablar: “No está bien así, tienes que llamar la atención de la dirección.” Esos “amigos” siempre hablando lo mismo: “No necesitas estar en la calle correctamente, eso es cosa de cuando éramos obreros…”
Entonces comencé a oír y a dejar entrar eso en mí. Terminé saliendo de la Obra por una tontería.
En el momento no entendí pero hoy sí.
No fue el obispo o el pastor que me sacó, sino el Espíritu Santo, pues dejé entrar en mí ese espíritu.
Me sofoqué, hasta hace tres semanas atrás, cuando oí hablar del Ayuno de Daniel. Estaba adentro de la iglesia y sofocado, muriendo por dentro. Mi alma queriendo gritar y yo no la dejaba.
Hasta que comencé a oírlo todos los días y fui fortaleciéndome cada día más.
Obispo, hoy mi alma está en paz y aliviada, mis huesos curados, sé que ese espíritu ya no tiene poder sobre mí.
Voy a luchar con todas mis fuerzas para salvar el máximo de almas para el Reino de Dios.
Espero que este desahogo pueda evitar que otros siervos caigan en el mismo error que yo.