“En el último y gran día de la fiesta, Jesús Se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba.” Juan 7:37
Podría haber sido el primer día; u otro día cualquiera, pero fue el último Día, EL GRAN DÍA DE LA FIESTA que Jesús Se puso en pie y alzó la voz… Hay dos formas de alzar la voz: gritar indignado contra una situación o gritar en tono de alabanza a otra. Jesús debe haber mezclado la indignación con la alegría; indignación por ver a Su pueblo engañado con tan poco, y alegría por presentar una propuesta de fiesta sin último día.
Él, Jesús, comenzó ese pueblo con Su amigo Abraham, le hizo promesas magníficas, pero… Por haber perdido la visión de la fe, el pueblo perdió también la fe en la visión. Se conformaba con una miserable alegría en aquel día.
Al alzar la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba… Jesús estaba diciendo: “si alguien quiere algo para que lo haga feliz para siempre, venga a Mí… Beba Mi agua, Mi Espíritu… Esto hará de su último día de fiesta, el primero de la eternidad. Haré nacer en él una Fuente, una Fuente para que rebosen Ríos de Agua de la Vida, Ríos de alegrías gloriosas y eternas”.
¿Quiénes son los invitados? ¿Los nobles? ¿Los grandes? ¿Los poderosos de este mundo? ¡No! Solo los cansados, los sobrecargados, los tristes y abatidos; los que están cansados y hartos de fiestas fútiles; los vacíos, los sedientos y los afligidos…
Los que lamentan la fama, el éxito, el dinero y los tantos placeres que no satisfacen el clamor interno.
Beba del Agua de Jesús y reciba vida nueva. El Espíritu Santo lo envuelve a usted ahora.
“… y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.” Juan 16:22
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo.
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