El Templo de Salomón fue levantado para registrar el Nombre del Altísimo y, consecuentemente, irradiar Su Presencia. Por eso, para los judíos, tenía un significado profundo: representaba, además de la Presencia, la Protección del Señor Dios a Su pueblo.
Sin embargo, para el Propio Dios, aquel Templo era mucho más que una casa de oración, era el único Lugar donde Su pueblo podía ofrecer sus sacrificios. Por esa razón era llamado también Casa de Sacrificio, (2 Crónicas 7:12).
Este era el motivo por el cual ese era un Lugar exclusivo para sacerdotes. Los sacerdotes eran personas santas, separadas para el servicio sagrado, por eso el Dios Eterno solo aceptaba sacrificios a través de ellos. La santidad de los sacerdotes era tanta que estaba representada incluso en sus vestiduras. Por ser blancas, representaban Pureza y Santidad. Además de eso, sus pies descalzos simbolizaban Respeto y Temor.
Siguiendo este modelo bíblico, el Templo recién construido no puede ser considerado como iglesia o catedral, como eran las sinagogas judías. Como Lugar Santísimo de Sacrificio, de Oración y de Adoración, todos sus visitantes deben estar vestidos de Temor, Reverencia y Respeto.
Así como los sacerdotes del pasado, todos nosotros debemos estar embebidos en este mismo espíritu de Temor, Reverencia y Respeto.
El Templo de Salomón es la Casa del Sacrificio, pero cada uno de nosotros somos Su templo vivo que continuamente Le ofrece sacrificios a Él. Sacrificios santos y agradables, en todos los aspectos, principalmente, en la manera de comportarse ante Su Presencia.
Por eso, cualquiera que sean las vestiduras y el comportamiento en el Templo deben estar ajustados al comportamiento sacerdotal de la época del Señor Jesús. Eso significa que la ropa indecorosa, indiscreta o sensual será, como mínimo, un insulto al Señor del Templo.
Por otra parte, el efecto de los pies descalzos de los sacerdotes también servía para mantener el ambiente sagrado en silencio. Un mínimo de ruido en el Santuario impedía que se oyese la Voz de Dios. De la misma forma hoy. Quien quiera oír la Voz de Dios, deberá estar en silencio, para que Él pueda hablar. Trece veces el Señor Jesús advirtió: Quien tiene oídos para oír, oiga.
Dios nos dio el Templo de Salomón para que los que allí entren tengan el privilegio de tener experiencias personales con el Dios Altísimo. Por lo tanto, sus visitantes tienen que estar conscientes de que allí no será un lugar de turismo, paseo o cosa semejante. ¡Al contrario! En el interior del Santuario no serán permitidas cámaras fotográficas, teléfonos celulares, grabadores, tabletas, computadoras o cualquier otro objeto que pueda interrumpir la atención de los fieles. Por eso, todos, sin excepción, pasarán por una revisión rigurosa con detectores de metales. Nadie, absolutamente nadie, podrá entrar al Santuario del Templo con tales objetos. Cuento con la comprensión de todos. Que Dios los bendiga abundantemente.
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