¿Quién no ha visto, en las grandes ciudades, esa nube de color marrón anaranjado al llegar el atardecer? Esta es la evidencia clara de que tenemos dióxido de nitrógeno en nuestra atmósfera.
Este gas se cuenta entre los gases del “efecto invernadero”, que en realidad es algo que se da naturalmente. El sol incide sobre la capa atmosférica que por ser muy transparente produce el mismo fenómeno que el cristal en un invernadero, devolviéndole calor al aire. Entonces, ¿por qué lo asociamos al calentamiento global y a la contaminación?
El hombre, desde la Revolución Industrial, ha ido modificando progresivamente la concentración de estos gases. Es así que el uso de combustibles fósiles ha producido notables incrementos de óxidos de nitrógeno y dióxido de carbono emitidos a la atmósfera. El metano, que también ya estaba presente por la descomposición de materia orgánica, está aumentando debido a la actividad humana y la constante generación de basura. Además, la deforestación ha contribuido a profundizar este desequilibrio.
Es evidente que el ser humano es el mayor responsable y también un gran damnificado, dado que la calidad de vida es cada vez peor. Quienes viven en las grandes urbes sufren frecuentemente con alergias en la piel, problemas en las vías respiratorias, conjuntivitis, etc. ¿Pero somos conscientes de esto? ¿Tomamos actitudes consecuentes?
Es cierto que falta mucho todavía por desarrollar en política y regulación ambiental, pero no es necesario ser un activista ecológico para ser responsable y contribuir, aunque sea individualmente, a mejorar el medio ambiente.
Separar los residuos, dejar una bolsa separada para papeles y cartones, sacarla identificada para que los recicladores urbanos puedan llevárselas sin necesidad de revolver entre la basura, creo que es una buena forma de comenzar. Claro que antes deberíamos intentar generar una menor cantidad de deshechos. Elegir el transporte público, caminar, moverse en bicicleta. Cuando sea posible, optar por combustibles más limpios. Evitar tocar la bocina (sí, la contaminación sonora también existe). Hacer un uso racional del agua y de la energía. Estas son apenas algunas formas de contribuir.
Seguramente, hay otras formas muy diversas de hacer algo desde lo individual, lo bueno es que el ejemplo contagia, y tenemos la posibilidad de comenzar a partir de hoy. Pequeñas actitudes pueden generar grandes cambios.
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