Cuando una persona recibe la noticia de que está enferma de cáncer se enfrenta a una marea de dudas, angustia y sobre todo el miedo a la muerte. Quizás no es por su finitud, sino por pensar en el futuro de los que quedan atrás.
Pocas son las personas que le dan la bienvenida al cáncer como si fuera la solución para terminar con una situación afixiante. Pero Liliana vivió la enfermedad como la culminación de su dolor, desde chica se había obsesionado con la muerte: “Mi papá nos abandonó a mi mamá y a mí, lo odiaba. Me atendí con psicólogos y psiquiatras desde pequeña, me encerraba en mi mundo. Desde esa edad pensaba cómo hacer para soltarme de la mano de mi mamá y así poder tirarme en las vías del tren”.
Una angustia infinita
La OMS en su publicación Plan de Salud Integral sobre Salud Mental 2013-2020, señala que “…las personas con depresión mayor o esquizofrenia tienen una probabilidad de muerte prematura un 40% a 60% mayor que la población general, debido que a menudo no son atendidos, por ejemplo, de cánceres…”.
Su depresión fue empeorando, cada vez le resultaba más difícil relacionarse con otras personas: “Me sentí rechazada por los que me rodeaban. Todo empezaba lindo, pero los perdía porque mi dolor y desconfianza complicaba todo”.
Así llegó a ser adulta y se enteró de la peor noticia: “El momento más difícil fue cuando llegué a los 40 años y me di cuenta de que no había hecho nada para mí, eso me trajo más dolor. No tenía coraje para quitarme la vida, decía que ni para eso servía. Después me enfermé de un tumor en el útero. Pensé que la enfermedad era la oportunidad de irme de este mundo, era una buena noticia. Ya no sabía lo que era sonreír, no creía en nada, cuando salía de trabajar vagaba por las calles sin rumbo.
La última oportunidad
Me invitaron a la Universal y me hizo bien, empecé a luchar. Mi relación con mi madre cambió, le pedí perdón y pude perdonar. Con el tiempo hicieron más análisis médicos y estoy sana. Gracias a Dios, no me falta nada, salí de la depresión, trabajo con gente, con niños y puedo relacionarme de forma normal con todos”.
Si su salud física o espiritual está en riesgo, no espere más, acérquese este martes a las 8, 10, 16 y 20 al Templo de la Fe, Av. Corrientes 4070 – Almagro o a la Universal más cercana a usted. Haga clic aquí y vea las direcciones de las iglesias.