“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto:
Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de Mi Padre, y delante de Sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (Apocalipsis 3:1-6)
Históricamente, Sardis fue la antigua sede real de Lidia y tuvo un pasado lleno de gloria. Aunque en la época del apóstol Juan, la misma les presentó una cierta calidad de vida a sus habitantes, sin embargo, ya no poseía la misma gloria del pasado.
A través del obispo Melitón de Sardes, que murió en el año 170 d.C., la ciudad conquistó cierta fama, pero hoy en día, el lugar en donde se levantaba, no es más que un área llena de ruinas, entre las que surgen chozas turcas, cubiertas de miseria, formando un pequeño pueblo, con el nombre de Sart.
Veamos las características de la iglesia en Sardis:
– Obras
– Tiene nombre de que vive pero está muerta.
– Sus obras no han sido íntegras delante de Dios.
– Sin embargo, tiene unas pocas personas que no han manchado sus vestiduras.
El Señor Jesús, al igual que en las otras cartas, se identifica inmediatamente luego de darle la dirección a quien Él envia la carta. A la iglesia en Sardis, Él dijo: “…El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas…” (Apocalipsis 3:1).
Los siete Espíritus de Dios revelan toda la plenitud del Espíritu Santo, porque, refiriéndose al Señor Jesús, el profeta Isaías (Isaías 11:2), dice que sobre Él reposará:
– El Espíritu del Señor.
– El Espíritu de la sabiduría.
– El Espíritu del entendimiento.
– El Espíritu de consejo.
– El Espíritu de fortaleza.
– El Espíritu del conocimiento.
– El Espíritu del temor al Señor.
Nuestro Señor Jesús poseía toda la plenitud del Espíritu Santo, cuando Se manifestó en carne al mundo, y Se mantiene poseedor de la plenitud de Dios, como dice Su Palabra: “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad…” (Colosenses 2:9)
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