Un equipo de geofísicos de dos grandes universidades norteamericanas alegan haber descubierto el mayor depósito de agua subterránea ya encontrado, con un volumen tres veces mayor que el contenido de todos los océanos de la Tierra unidos. Un científico cristiano afirma que pueden ser lo que fue llamado en la Biblia “fuentes del gran abismo”, citadas en Génesis 7:11, que habría contribuido al Gran Diluvio.
Conforme a lo publicado en la respetada revista Science, el gigantesco depósito de agua queda aproximadamente a 660 kilómetros debajo de la superficie, contenido por un mineral cristalino. La enorme masa de agua fue descubierta, según la revista, por geofísicos de las universidades Northwestern y de Nuevo México, ambas de Estados Unidos. Steve Jacobsen, científico de Northwestern, dijo que la investigación se basa en los datos proporcionados por la USArray, una organización que estudia la estructura rocosa de la Tierra y sus alteraciones.
Jacobsen defiende la teoría de que el depósito encontrado es una especie de “cisterna reserva” de los océanos de la superficie, lo que ayudaría a explicar porqué el nivel de ellos se mantiene prácticamente igual. La actividad tectónica como terremotos, volcanes y maremotos, según el geofísico, pueden ayudar a llevar el agua subterránea a los mares.
Otros científicos, como Brian Thomas, del Instituto de Investigaciones de la Creación, afirma que los depósitos, si es comprobado su descubrimiento, pueden explicar la referencia de Génesis al respecto de las “fuentes del gran abismo”, algo tenido hasta ahora como un sentido figurado por otros hombres de la ciencia. Los miembros de esa organización son especialistas en varias ramas que creen que Dios creó el universo y que los descubrimientos científicos pueden ayudar a comprobar eso.
Incluso el clásico escritor francés Júlio Verne (1828-1905), que “predijo” varias invenciones en sus libros de ficción científica, con grandes máquinas voladoras y submarinos, además de un vehículo que posibilitaba la ida del hombre a la Luna, citó a un gran océano subterráneo en “Viaje al Centro de la Tierra” (1864). Como varias cosas entonces tenidas como obras de la fértil imaginación de Verne, el descubrimiento de las “fuentes del abismo” puede venir a formar parte de la realidad palpable citada en la Biblia hace milenios.
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