El pasado sábado 23, a las 10 de la mañana, miles de obispos y pastores de todo el mundo estuvieron presentes en una reunión especial realizada en el Templo de Salomón, para orar por los pedidos de todas las personas que, como Abraham, no negaron darle a Dios lo que Él les pidió, sino que presentaron su sacrificio, espiritual y material, en la Hoguera Santa.
Fueron miles de hombres y mujeres de Dios en una sola fe para clamar por todos los fieles, directamente en el santo lugar, determinado y separado por Dios para ser Casa de Oración, la Casa del Sacrificio, como Él prometió: “Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.”, (2 Crónicas 7:15-16).
En el encuentro, que fue transmitido a todo el mundo a través de Univerparacrer.com, el obispo Macedo clamó: “Estamos aquí en esta mañana, representando a todo el pueblo Universal del Reino de Dios de todo el mundo. No hay un solo lugar en el que haya Iglesia Universal del Reino de Dios que no esté representado en este lugar. Entonces, ahora mismo mi Padre, en este instante, mira a Tu pueblo, a Tu iglesia, a Tus siervos. Una simple mirada Tuya ya es suficiente para que nuestro ser se renueve, para que seamos avivados, restaurados, incluso los que participan en casa a través de Univer.
De la misma forma que Tu mirada, que Tu luz se dirige a nosotros, se dirija a este lugar, que no vemos, ni conocemos, pero sabemos que existe una criatura que cree en Ti como nosotros hemos creído. Escucha mi súplica y ven al encuentro de Tu pueblo, haz Tu justicia, Tu Ley, Tu disciplina, Tu Espíritu, la fe, el pan de los hijos, que es la salud, la liberación.
Oh, poderoso de Israel, estamos aquí, ante esta Arca sagrada, como si estuviéramos bajo el Árbol de la Vida, recogiendo las hojas que curan nuestras heridas, que liberan nuestro ser. Alimenta a Tu familia, a Tu pueblo, a Tu iglesia, que se cumpla Tu Palabra, Tu promesa. El Señor dijo: ‘Las puertas del infierno no prevalecerán contra mi iglesia’, entonces que se cumpla tu Palabra. Envía tus ángeles ahora, dondequiera que haya una sierva, un siervo Tuyo, y haz prevalecer Tu Ley, Tu Palabra, Tu justicia.
Oh, poderoso de Abraham, de Israel, haz que suceda ahora esa grandeza, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
Luego, los obispos y pastores acercaron los pedidos de todos los que participaron de la Hoguera Santa, que fueron colocados dentro del Arca, llevada por los sacerdotes al Altar. A continuación, todos clamaron por la respuesta, liderados por el obispo Macedo: “Dentro de esta Arca ponemos todos los pedidos de todos los pueblos, de todas las naciones que hicieron sus sacrificios. En esta Arca está siendo puesta, en realidad, la vida de todos los que sacrificaron. Recibe esta ofrenda, mi Dios, recibe estas vidas. Glorifica Tu Santo Nombre a través de esta persona, esté donde esté. Salva a esta criatura, revélate a ella. Inclina Tus oídos al clamor de Tus siervos y respóndeles. Que cada persona que puso su vida en este Altar sea respondida, curada, libre, porque acá ponemos nuestro Isaac.
Cuando Abraham puso a Isaac sobre el Altar, y estaba a punto de sacrificarlo, el Señor dijo, ‘no lo hagas, porque ahora sé que me amas, porque obedeciste mi voz’. Solo quien tiene visión espiritual obedece Tu voz. Yo también puse mi pedido y mi Isaac, y apelo a Ti, mi Dios, como cada uno de Tus siervos que está aquí y también como Tu pueblo que está en casa”.
Al finalizar, todos los hombres de Dios que estuvieron en esta reunión especial salieron renovados, fortalecidos y con la bendición del Altar para llevarla a las iglesias que están en sus respectivos países.
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