“Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado.” (1 Corintios 14:10)
Existen billones de voces en este mundo. Las voces interiores, las voces del mal, las voces de la prensa, las voces de las otras personas. Todas ellas compiten por su atención. Usted se convierte en una sumatoria de voces. Una sumatoria de ideas del mundo. La mayoría de las veces el propósito es derribarlo.
Voces de duda que se disfrazan de “voces de precaución”. Voces de miedo. Voces de angustia. Su propia voz. Mientras más usted confiese el fracaso, más el mismo aumenta.
Esté seguro de esto. Al acercarse a alguien de confianza, usted le cuenta sus problemas, desahoga sus dolores. Aun con buena intención, aquella persona le dará mensajes que sumarán más dudas. Usted queda más perdido entre tantos consejos.
En la iglesia usted oye la Palabra de Dios. Por momentos, usted se olvida de las voces de este mundo. El mensaje de fe aleja a las dudas. La fe despierta. Comienza a creer en sí mismo y en Dios. Comienza a ponerse fuerte. Las dudas disminuyen, el nivel de la fe aumenta. El bienestar es muy grande. Pero no sirve de nada si al salir de allí usted da oídos nuevamente a la confusión de voces y se olvida de la voz de Dios, la Voz de la fe, la Voz que dice: “No temas”. La Voz que dice: “Estoy contigo”.
La Voz que dice: “Sé fuerte y valiente”. La Voz que dice:”Yo te haré conquistar”.
Siempre existirán muchas voces en el mundo, pero usted debe dar oídos solo a la voz de Dios.
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Si usted quiere aprender más sobre este tema, participe de la Noche de la Salvación, que se realiza todos los miércoles en la Universal. Haga clic aquí para buscar la dirección de una iglesia más cercana a usted.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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