Cuando oímos la palabra madurez, pensamos en una persona de edad avanzada y de cabello blanco. Es cierto que con el pasar de los años podemos aprender más, pero eso no siempre sucede. Muchas mujeres actúan como si fueran niñas, cometen siempre los mismos errores y no tienen control de sus reacciones. Por otro lado, hay jóvenes que demuestran madurez, pues revelan fuerza delante de los problemas.
En el posteo “Inmadura yo”, del blog de Viviane Freitas, dice que la madurez puede aparecer en cualquier fase de la vida y se manifiesta a través de ciertos comportamientos.
Una persona inmadura no logra esperar, no piensa antes de actuar y deposita sus expectativas en los demás. “Esperar que nuestra propia realización venga de otros, sea en el aspecto que sea, hará que las cosas no salgan como lo esperábamos. Es ahí que por la frustración culpamos a otros, a las circunstancias y hasta a Dios por nuestros fracasos. Así evitamos cuidar nuestra propia vida”, afirma.
La escritora explica que personas emocionalmente inmaduras se preocupan demasiado por sus necesidades y no consiguen resolver sus conflictos sin lastimar a alguien. “Normalmente las personas inmaduras viven en su propio mundito, son volubles y cambian de humor constantemente. Cuando están frustradas se descargan con el primero que aparece frente a ellas, muchas veces, alguien que no tiene nada que ver con lo que les sucede”.
Qué es madurar
La madurez emocional es adquirida cuando comenzamos a prestar más atención a las cosas a nuestro alrededor que nos molestan y a partir de esa observación, logramos desarrollar maneras de controlar nuestra vida, como perseverancia y equilibrio.
Viviane alerta que “la madurez emocional, no surge de la nada, sino que exige trabajo, esfuerzo, buena voluntad y deseo de conocerse mejor, con la cabeza y el corazón en perfecta sintonía. Madurar significa encarar la realidad tal y como es, muchas veces es mucho más dolorosa de lo que nos gustaría”.
La mujer precisa lidiar con lo que le sucede y seguir adelante con su vida. Aunque sepa que tiene fallas, debe seguir adelante sin desanimarse. También estará consciente de que las actitudes de los otros no pueden influenciarla. “Madurar es asumir nuestras dificultades, nuestros miedos, reconocer nuestras flaquezas y saber lidiar con nuestras limitaciones. Saber que por medio de nuestro esfuerzo y de una fe pura en Dios, conseguiremos conquistar nuestros objetivos. Ser madura es saber que si algo salió mal, fue por nuestra culpa. Es preciso entender que Dios no hará nada si usted no lo hace”, comenta.
¿Y los errores del pasado?
No podemos cambiar lo que pasó, pero es posible aprender del pasado y seguir adelante. Si entiende eso, también será capaz de saber qué hacer para lograr su realización. Por lo tanto, la verdadera madurez está ligada a la sabiduría y la fuerza que conquistamos en cada situación que vivimos.
En el momento que esté por dejarse llevar por la inmadurez, aproveche la oportunidad para evitarlo, así podrá crecer y desarrollar la confianza para no dejarse derribar por nada.
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