¿Es pecado ser mujer y estudiar? Depende. Si hablamos de países como Afganistán o Arabia Saudita, el acceso de las mujeres a la educación básica o universitaria aún es un tema polémico. Que lo diga la joven paquistaní Malala Yousafzai (en la foto de al lado), de solo 17 años. Malala, se convirtió en la persona más joven en ganar un Premio Nobel de la Paz el último 10 de octubre, pero todo lo que ella quería desde el principio era poder asistir a un salón de clases.
Sin embargo, su popularidad no fue fácil de conquistar. Recibió un disparo en la cabeza por miembros del régimen talibán, un grupo fundamentalista islámico que detiene el poder en Pakistán, cuando tenía 15 años y estaba de camino a la escuela. Su crimen fue luchar por el derecho a la educación para las jóvenes en su país, lo que habría irritado a los radicales. Después de algunas cirugías y un largo proceso de recuperación que sorprendió a los médicos, la joven se mudó a Inglaterra con su familia. Allí pudo asistir a una escuela y posteriormente seguir la universidad.
La asistente de compras Michella Alves Tavares, de 33 años, está casada hace 7 años con el asistente administrativo Rodrigo Tavares, de 30 años. Pero, ser esposa y trabajar en el área de comercio de una empresa no son sus únicas funciones. Michella también es estudiante universitaria del tercer semestre de comercio exterior. “Siempre fui independiente económicamente. Nunca pensé en casarme para ser ama de casa, yo quería más”, explica.
Su rutina es bastante ajetreada. Ella cuenta que se levanta a las 4 de la mañana y solo se acuesta a dormir a la medianoche. ¿Y cómo queda su esposo en toda esta historia? “El día tiene 24 horas, solamente basta planificar y verá que aún le sobrarán horas en su día”, declara y destaca que su marido siempre la apoyó. “Él siempre me incentivó a estudiar. Por eso, decidimos comenzar juntos. Mientras él estudia relaciones internacionales, yo curso la carrera de comercio exterior. Es una rutina muy activa, pero nos valoramos aún más el uno al otro cuando estamos juntos”, afirma.
Además, ella revela que, después que comenzó a estudiar, empezó a sentirse una mujer más interesante para su marido. “Cuando conversamos, siento la diferencia, tengo más visión, mi mente se abrió. Aprendí tantas cosas interesantes estudiando que ahora me siento otra persona”, argumenta Michella, destacando también la importancia de que la mujer tenga bien en claro sus prioridades. “Entre la familia, el trabajo y los estudios, mi marido viene en primer lugar, porque sin él habría sido difícil llegar adonde estoy. Luego viene el trabajo, porque sin mi sueldo no podría pagar la cuota universitaria, y después, los estudios”, concluye Michella, que ya está soñando con el próximo paso: un título de posgrado.
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