La ansiedad es un sentimiento que aflige a muchas personas y provoca miedo del porvenir.
Las personas que sufren ansiedad se sienten paralizadas e incapaces. Sus días pasan entre el desasosiego y el estrés. No viven el presente, porque están preocupadas por el futuro. La ansiedad provoca un estado de alerta constante que les impide encontrar las soluciones.
Sudoración excesiva, temblores, pensamientos negativos, dolores de estómago y pánico son síntomas comunes de la ansiedad. También genera duda, desconfianza, agotamiento físico y mental, es un círculo vicioso de sufrimiento.
El uso de la fe
Los cristianos también pueden sufrirla: “La ansiedad es una señal clara de que su vida no fue entregada en el Altar de la obediencia a la Palabra de Dios”, se alerta en el blog del obispo Edir Macedo. Entonces, esta estaría relacionada con la falta de fe.
“Sepa que, cuando entregamos nuestra vida en el Altar, con ella entregamos también todos nuestros problemas. Su entrega debe ser sincera y verdadera. Solo así los problemas estarán en las manos de Dios”, continúa.
¿Cómo controlar la ansiedad?
Según el obispo, obedecer la palabra de Dios es el camino para encontrar paz interior y estar fuerte para encarar los problemas cotidianos. Si la ansiedad surge, es importante respirar profundo y elevar la mente a Dios. “Mantener los pensamientos en Dios es una de las condiciones para recibir el Espíritu Santo. Pues si la persona no consigue dejar los pensamientos terrenales, no sucederá nada en su vida y con el paso de los años es inevitable que llegue el desánimo”.
En el libro “El Pan Nuestro para 365 días” del obispo Edir Macedo dice: “Cuando la persona se vuelve ansiosa, se vuelve rehén de la duda, del miedo y es natural que esté afligida. En ese estado espiritual es imposible que pueda acceder a los beneficios de la fe. La fe sobrenatural es energía positiva y la duda es energía negativa que neutraliza la acción de la fe”.
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